El modelo de ordenación de un municipio constituye la proyección espacial del estilo de desarrollo de la sociedad que lo habita, integrando las políticas social, cultural, ambiental y económica con la planificación física, para procurar una estructura espacial adecuada para su progreso. Por tanto, el modelo de ordenación no se puede concebir exclusivamente como un sector emisor de GEI, pero tiene un papel determinante en la reducción de éstas.

Actuar contra el cambio climático requiere apostar por una estructura equilibrada del territorio

Para reorientar el modelo territorial hacia la neutralidad climática, se propone empezar estudiando la organización espacial de los usos, las actividades generadoras de emisiones y las infraestructuras que los conectan. Estos elementos condicionan el sistema de movilidad y transporte, considerándose este una de las principales fuentes de emisión de GEI. También supone un condicionante, la integración del modelo territorial en el entorno, pues la distribución espacial de la ocupación del suelo puede marcar el grado de eficiencia de consumo de los recursos, como por ejemplo, la demanda energética que en Canarias depende principalmente de los combustibles fósiles (relación espacial entre la distancia y el aumento de las necesidades de recursos por parte de la población).

La emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera está directamente relacionada con la manera en que se ha ocupado un territorio y se han distribuido en él los diferentes usos, lo que hace de la ordenación urbanística una herramienta fundamental para la mitigación de los impactos del cambio climático. Por este motivo, se hace imprescindible que los instrumentos de ordenación urbanística, por su incidencia en el territorio, introduzcan la perspectiva climática en su proceso de redacción, tramitación y evaluación para que pueblos y ciudades canarios avancen en la senda de la descarbonización.

Figura 47. Retención en la TF-5 (Tenerife),  situación recurrente en las grandes ciudades del Archipiélago debido a los grandes movimientos pendulares de la población en los territorios insulares. Fuente www.eldía.es

La dispersión de las ciudades, los pueblos y el diseño urbano desvinculado de su entorno, ha potenciado de manera indirecta, la disfuncionalidad y la ineficiencia. Por este motivo, las ciudades generan una enorme huella de carbono, resultado, en la mayoría de los casos, de una incorrecta planificación urbanística y falta de elementos naturales que proporcionen continuidad con el entono natural inmediato, limitando su capacidad de adaptación a los impactos del cambio climático.

Para hacer frente a la neutralización de emisiones, se deberá tender hacia una correcta distribución de los usos que determinará las necesidades de movilidad y el consumo energético y de otros recursos naturales, que devendrá en menores emisiones de GEI, contribuyendo a la reducción de la huella de carbono.

Como se ha expuesto a lo largo de la presente área temática, se observa que las pautas de ocupación que han imperado a partir de la segunda mitad del siglo XX y principio del XXI, así como el desarrollo económico experimentado, ha ocasionado una importante problemática ambiental cuyas consecuencias principales han sido unas altas emisiones de gases de efecto invernadero, una antropización desmesurada del suelo y una destrucción de los ecosistemas terrestres junto con la pérdida de biodiversidad que ello representa. Estas causas son las que se identifican como las principales originadoras del cambio climático.

Es por ello que el modelo de ocupación del suelo que ha venido imperando hasta el momento se presenta totalmente inasumible, si se quieren frenar las secuelas cada vez más palpables derivadas de los efectos del cambio climático.

Figura 48. Evolución de Playa de Mogán (Gran Canaria), años 60 y actualidad. Fuente www.blogs.publico.es

Así pues, resulta clave que las pautas de ocupación del territorio que se implanten persigan entre sus objetivos primordiales reducir la huella de carbono que emiten. En este sentido cualquier, planeamiento urbanístico que vaya a realizarse debe conocer de antemano la huella de carbono del que parte, para saber una vez planteado el nuevo modelo de ocupación, cuánto ha sido capaz de reducirlo implementando las distintas medidas de mitigación y adaptación.

Figura 49. Estimación y propuesta de huella de carbono del 2º PMM de Playa de Mogán.                        Fuente: Gobierno de Canarias y GESPLAN.

Figura 50 Principios básicos a considerar en el modelo territorial neutro. Fuente: Agenda Urbana Ilustrada, ONU hábitat

Para ello la información urbanística, así como el diagnóstico, debería contener la estimación de las emisiones actuales y previsibles que posee el modelo actual de ordenación o alternativa 0. Para ello es necesario contar o poder calcular, al menos, los siguientes parámetros:

  • Emisiones derivadas del transporte.
  • Emisiones producidas por las distintas actividades económicas: industrial, agrícola, ganadera, etc.
  • Emisiones procedentes del uso de los edificios: residencial, turístico alojativo, comercial, sanitario, educativo, etc. (debe disponerse de datos relativos al consumo energético de los edificios y, a ser posible, de la eficiencia energética).
  • Emisiones correspondientes a la producción y transporte de los bienes materiales para la construcción y urbanización.

Por otro lado ha de analizarse la capacidad de los sumideros GEI con los que cuenta el territorio objeto de planeamiento:

  • La cubierta vegetal de los suelos rústicos. En estos casos es necesario el acceso a datos relativos al potencial de absorción de los distintos tipos de cubierta vegetal, ya que no todos tienen la misma capacidad de absorción (capacidad de absorción forestal y de los distintos tipos de cultivos). En este sentido y en la actualidad no se cuenta con datos suficientes para determinar el volumen de absorción de las distintas coberturas vegetales del territorio canario, no obstante a medida que se vaya incrementando esta información la estimación de este dato será cada vez más fiable. De lo dicho emana la radical importancia que se asigna a sondear sobre la capacidad de absorción de la cobertura vegetal del territorio natural de Canarias (distintos tipos de árboles y ecosistemas) así como de los distintos tipos de cultivos que se practican.
  • La capacidad de absorción de los distintos suelos calificados como espacios libres públicos, o incluso como espacios libres privados. Para ello es imprescindible que se calcule la superficie de suelo destinada a estos y la tipología de los árboles y vegetación con la que cuenta, para así poder estimar su capacidad real de absorción. Ciertamente es tarea difícil, dado que la información urbanística a obtener es compleja y detallada.

Una vez computados estos datos se podrá tener una aproximación de la huella de carbono de la que parte el modelo de ordenación de la alternativa 0. Posteriormente y tras el nuevo patrón de ordenación que se proponga teniendo en cuenta la forma de proceder descrita en las distintas áreas temáticas y adoptando las diversas medidas de adaptación y mitigación al cambio climático, el resultado de la huella de carbono debe dar como resultado un valor menor que el de partida. Así pues la totalidad de las alternativas de ordenación que se barajen, deberán tener como objetivo la reducción de la huella de carbono, cuestión que quedará significada a partir de la comparativa de las alternativas que se establezcan. Por último hay que destacar la importancia de considerar este aspecto como fundamental en la evaluación ambiental del plan.

Estos nuevos modelos deben basarse en:

  • En un menor consumo de suelo virgen para el desarrollo urbano.
  • El desarrollo de crecimiento urbano basado en la regeneración del tejido infrautilizado u obsoleto.
  • Una disminución de los desplazamientos de vehículos motorizados y contaminantes.
  • La optimización del espacio ocupado.
  • El perfeccionamiento de una complejidad funcional adecuada.
  • El respeto por el entorno en el que se inserta.
  • La conservación del medio natural no ocupado.
  • El mantenimiento de los sistemas agrarios productivos y configuradores del paisaje, de la conexión del medio antropizado y el medio natural por medio de las infraestructuras verdes y azules.

Una vez calculados estos datos se podría tener una aproximación de la huella de carbono de la que parte el modelo de ordenación de la situación actual. Posteriormente el nuevo modelo de ordenación propuesto se conformará en base a criterios de sostenibilidad y neutralización de GEI con el propósito de disminuir la huella de carbono de la situación de partida, neutralizar e incluso potenciar el carbono positivo, pudiéndose llevar a cabo desde la escala autonómica mecanismos de compensación de carbono. Asimismo se tendrán en cuenta criterios bioclimáticos en el diseño y en la implantación de los nuevos crecimientos del territorio con el objeto de minimizar la demanda de los recursos y maximizar la autosuficiencia y la eficiencia en el consumo de los mismos. De tal manera la totalidad de las alternativas de ordenación que se barajen tendrán como fin último la reducción de GEI, cuestión que deberá quedar patente en la comparativa de alternativas que se establezcan. Esto igualmente ha de constituirse en un elemento determinante en la elección de la alternativa de ordenación más oportuna, resultando fundamental en la evaluación ambiental de los instrumentos de planeamiento territorial y urbanístico.

Finalmente cabe señalar que la ordenación del territorio deberá tender a facilitar los mecanismos necesarios para resolver los problemas actuales y a su vez, promover de manera proactiva una transición ecológica justa y resiliente.

Líneas


MOT.2.1 Línea 1: Sumideros y Emisiones.

La neutralidad de emisiones es uno de los pilares fundamentales de la Acción Climática. Para cumplir con este propósito de manera sostenible, no solo se debe enfocar  la ordenación urbanística hacia la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también, resulta indispensable ampliar la capacidad de los sumideros de carbono natural. En este sentido, la renaturalización del territorio bajo criterios multifuncionales, multiescalares y multisectoriales tiene un gran peso, siendo una de las sendas más acertadas si se contemplan los cobeneficios a largo plazo.

MOT.2.2 Línea 2: Transición ecológica.

Siendo el objetivo plantear un modelo de ordenación orientado a la neutralidad de emisiones, es necesario que los instrumentos de planeamiento urbanístico contemplen las necesidades de los diferentes sectores de emisión para acometer su descarbonización, con la finalidad de hacer viable una transición ecológica justa. Para ello es preciso que, a través del planeamiento urbanístico, se establezca la ordenación adecuada y las medidas necesarias para afrontar la reducción de emisiones de cada uno de los sectores para alcanzar la neutralidad de emisiones de GEI.

Escalas de intervención


Ordenación
estructural

Ordenación pormenorizada

Instrumentos complementarios

Ejecución de planeamiento


PE
PMM
PAMU
Ordenación estructural
Ordenación pormenorizada
PGO_OE
PGO_OP
PP
PE
PMM
PAMU
Ordenación estructural
Ordenación pormenorizada
PGO_OE
PGO_OP
PP
PE
PMM
PAMU
Ordenación estructural
Ordenación pormenorizada
PGO_OE
PGO_OP
PP
PE
PMM
PAMU
Ordenación estructural
Ordenación pormenorizada
PGO_OE
PGO_OP
PP