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- TPB – Territorio, Paisaje y Biodiversidad
- TPB.2 EJE 2. Patrimonio y paisaje
Cada día es más latente la amenaza del cambio climático en gran parte de las comunidades humanas y sobre su legado cultural. En este sentido, la planificación urbanística y la ordenación del territorio tienen gran protagonismo a la hora de abordar las diferentes opciones para adaptar y proteger nuestro rico patrimonio cultural ante dicho fenómeno, con el propósito de incrementar la resiliencia cultural y social del territorio.
Existe una cultura asociada a la gestión del paisaje, que se transcribe también en elementos etnográficos diferenciados, tanto materiales como inmateriales. El ser humano como especie que coloniza un espacio geográfico, con asentamientos perdurables en el tiempo, generación tras generación, va creando una simbiosis entre el medio natural y su forma de vida. De tal manera, y con el devenir de nuevas generaciones, se ha forjado las singularidades del paisaje rural de Canarias con sus peculiaridades ecológicas, que rubrican la idiosincrasia y la cultura campesina de las islas haciéndolas únicas, no sólo con respecto al paisaje en sí, sino a la forma de vida asociada a ese paisaje: formas de cultivar, gestión de variedades y cultivares tradicionales, etnografía, gastronomía, saberes etnobotánicos, etc.
Se hace hincapié en la importancia de la actividad humana como gestora del paisaje rural, que no sólo lo entiende, sino que además lo hace suyo, y del que ha aprendido a sacar el máximo rendimiento, teniendo en cuenta incluso el paso de diversas generaciones: auténtica definición de sostenibilidad, conocimiento ancestral entre las cuerdas por los efectos del cambio climático.

Figura 45. Paisaje de bancales en Valle de Gran Rey (La Gomera). Fuente: www.gomeratoday.com.
El presente eje de integración pretende preservar y mejorar el patrimonio cultural natural y rural, aprovechando el conocimiento popular y las nuevas tecnologías con el fin de incrementar la resiliencia del territorio y de la cultura asociada de gestión ante el cambio climático.
Con respecto al acercamiento del patrimonio cultural que se encuentra dentro de las ciudades y pueblos, véase el eje de integración EU.2 ARQUITECTURA ADAPTADA Y RESILIENTE (área temática [Eco]sistema urbano), donde se contemplan las edificaciones, las infraestructuras y los conjuntos históricos urbanos.
Líneas
TPB.2.1 Línea 1: Identidad del lugar.
A través de la ordenación territorial y la planificación urbanística se pretende abordar el rico legado cultural de nuestro territorio, salvaguardando aquellos elementos más vulnerables al cambio climático y potenciando la sabiduría etnográfica como parte de la estrategia que refuerce la resiliencia del territorio. Subrayar que la gestión y la sabiduría biocultural de los entornos rurales, los conocimientos e infraestructuras tradicionales pueden contribuir positivamente a la lucha contra el cambio climático. En este sentido, son claves los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) que suponen paisajes agrícolas excepcionales caracterizados por el estrecho vínculo con la biodiversidad, los ecosistemas resilientes, el conocimiento tradicional y el valioso patrimonio cultural. En relación con esto, la FAO insiste en que preservar estos sistemas agrícolas ancestrales es fundamental para el futuro de la alimentación.
TPB.2.2 Línea 2: Paisajes cambiantes.
El entorno se modifica de tal manera que se crean paisajes que necesitan manos activas que custodien y eviten la degradación hasta la absoluta irreversibilidad funcional, a niveles ecosistémicos y antrópicos. Es tal la influencia del ser humano y de sus sistemas productivos, que incluso nuestros espacios naturales, que aparentemente parecen vírgenes, han sido también fuente de insumos y recursos, y no solo empleados en agricultura y ganadería. Muchos autores hablan del incuestionable valor ambiental, económico y sociocultural de la agricultura tradicional, y de cómo estos sistemas agrarios se integran ecológicamente en el paisaje, a pesar de ocupar y modificar ecosistemas naturales al inicio de la actividad. En este contexto, el patrimonio y el legado cultural de la población rural, son una fuente de conocimiento del territorio, intrincada en la memoria estructural del paisaje, y que planteada desde el respeto hacia nuestros ancestros, pueden favorecer el incremento del valor ecológico de los paisajes rurales y naturales, dada su valencia como “zonas de amortiguación” frente a los efectos del cambio climático. Además, estos entornos culturales poseen gran relevancia a la hora de reforzar la soberanía alimentaria.


















