La sostenibilidad de las ciudades es un concepto que se encuentra definido por la actividad cotidiana de la ciudadanía. Asimismo, está claro que el concepto de sostenibilidad se encuentra directamente relacionado con el mantenimiento y mejora de la calidad de vida de la población, lo que requerirá definir y llevar a cabo una serie de cambios en el funcionamiento, desarrollo y planificación del sistema urbano hacia la eficiencia y la sostenibilidad energética.

META

Viabilizar la eficiencia energética y el autoconsumo, mediante el diseño urbano para potenciar el autoconsumo conectado y reducir el gasto energético y las emisiones de GEI en las urbanizaciones y edificaciones. 

Para un uso más eficiente de la energía en el sistema urbano, adquieren una gran importancia las actuaciones sobre el parque construido y el resto de infraestructuras energéticas. Una adecuada planificación sobre estas cuestiones puede suponer importantes ahorros energéticos en la transformación de la energía y los materiales asociados al metabolismo territorial, más aún cuando las previsiones de cambio climático indican un incremento considerable de las temperaturas y una alta intensidad de las precipitaciones.

Los aspectos energéticos asociados al metabolismo urbano son esenciales para todas aquellas actuaciones de adaptación y mitigación. Para mejorar su eficiencia, resulta necesario el conocimiento previo del funcionamiento energético a escala pormenorizada de cada uno de los sectores que configurar el sistema urbano, partiendo del funcionamiento del sistema energético a escala estructural. Sin embargo, poder cuantificar el metabolismo energético por sectores asociado a un término municipal resulta muy complicado. El desconocimiento del consumo energético disgregado por sectores, especialmente los sectores difusos, es una de las causas que impiden proponer y evaluar la eficacia de las actuaciones para hacer que se reduzca el consumo energético.

Por ello, resulta preciso conocer la demanda energética por sectores a escala municipal para, posteriormente, caracterizar su comportamiento energético identificando los sectores y los usos menos eficaces para proponer las medidas de mitigación específicas en cada Plan que se vaya a desarrollar. A partir de ahí, una adecuada planificación a largo plazo aseguraría el éxito de las medidas y sobre todo, prever situaciones no deseables.

“El sistema urbano es el principal consumidor de energía y, es en él, donde se concentra el mayor porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono”. Por ello, resulta tan necesaria la transformación de la producción y consumo actual de energía hacia un modelo de sostenibilidad y de autoconsumo.

Sin duda, la disponibilidad energética será una de las limitaciones más importantes en el futuro. Por tanto, como medida de adaptación y de mitigación, las actuaciones destinadas a reducir la dependencia externa como el fomento de energías renovables, o la limitación del consumo en sectores como el de la edificación, serán imprescindibles para el buen funcionamiento de los municipios.

En el caso de la planificación urbanística, como instrumento para la acción climática, conviene recordar que el consumo y la demanda energética dependen no solo de la gestión, sino de la configuración espacial de la ciudad y su integración con el entorno inmediato. Por ello, los municipios deben tener en cuenta esta variable para proponer actuaciones adecuadas y específicas de sus condiciones.

En cuanto a los edificios, para obtener eficiencia energética, adquiere gran importancia la actuación sobre el parque construido ya que las obras de nueva construcción estarán muy condicionadas por el parque ya existente y las previsiones de crecimiento demográfico municipal. Una adecuada planificación sobre esta cuestión supone importantes ahorros energéticos en la transformación de la energía y los materiales asociados al metabolismo urbano, sobre todo teniendo en cuenta que la previsión del cambio climático en canarias estima un aumento considerable de las temperaturas las cuales haría que las necesidades de climatización de los edificios varíen.

Por último, es prioritario el conocimiento y la monitorización del comportamiento energético de la ciudad tras aplicar las medidas específicas para disminuir el consumo energético, para conocer y valorar la eficacia y establecer nuevas estrategias si es necesario que mejoren la eficiencia energética del metabolismo urbano.

(Ver área temática (EU). [Eco]sistema urbano)

¿Qué opciones existen? Urbanismo consciente.

Una característica importante de las grandes ciudades es la pérdida de eficiencia según se expande, requiriendo consumos de recursos y suelo superiores a las ciudades medias o pequeñas. Al perder densidad, requieren una mayor superficie urbanizada a fin de albergar los sistemas de conexión, y demandan una mayor movilidad y transporte, con elevadas emisiones de CO2 por habitante. Este hecho se ve agravado por la falta de elementos naturales, las denominadas infraestructuras verde y azul de la cual adolecen la mayor parte de ellas.

La integración de energías renovables en las edificaciones y urbanizaciones bajo la premisa de tener en cuenta los factores climáticos relevantes, hacen que se aumente la eficiencia energética del metabolismo urbano.

El planeamiento urbanístico determina el futuro comportamiento energético de las ciudades en función de la configuración de la distribución de usos, la posición de las edificaciones y sus características físicas, la relación con los espacios públicos y todo ello, dentro de unas condiciones climáticas específicas y particulares del lugar. Por lo que, la demanda energética, entre otros factores, está muy relacionada con las condiciones climáticas del entorno.

“La ordenación del territorio, el planeamiento urbanístico, la planificación de sectores productivos estratégicos deben conceder una importancia decisiva a los factores energéticos de producción endógena (básicamente renovables) y, especialmente, a las condiciones específicas de clima, topografía, edafología, relaciones entre usos, etc. para adoptar modelos de ordenación, producción y edificación que mejor se adapten para minimizar el consumo.” (Requejo, J. 2010)

De todo lo anterior, nace el concepto de urbanismo consciente o urbanismo bioclimático, el cual puede definirse como aquella planificación racional e integral de una zona o territorio compuesto por los elementos del metabolismo urbano, edificaciones y diversas construcciones para crear un entorno cómodo para la vida, en donde se forma un diseño coherente que implica la aceptación y planificación de diferentes factores a gran escala con una ubicación adecuada y una correcta adaptación del entorno próximo y las edificaciones al clima del lugar y sus variaciones estacionales, considerando como factores ambientales fundamentales la temperatura del lugar, la humedad, el soleamiento, el viento, etc.

Los beneficios de diseñar las ciudades bajo criterios bioclimáticos son claros, no solo desde el punto de vista individual de cada edificación, sino del conjunto del sistema urbano ya que se minimizan los efectos de la contaminación atmosférica y la generación de las islas de calor.

En primer lugar, es necesario realizar estudios previos a escala pormenorizada de las condiciones del microclima urbano, analizando factores como el índice de captación de energía solar (activa o pasiva), el soleamiento, en los distintos meses del año donde se presentan temperaturas extremas, la cuantificación de necesidades térmicas, el estudio de las temperaturas, la existencia de las islas de calor urbana, el viento y sus direcciones, la humedad, la calidad del aire, etc.… El análisis de estos elementos conduce a una serie de conclusiones con las que poder establecer una ordenación adecuada y eficiente, con bajo consumo energético.

Así el diseño bioclimático se basa en dos fundamentos, el diseño solar, el cual engloba, en primer lugar, el soleamiento en los espacios urbanos donde se estudia las zonas de solana y umbría teniendo en cuenta la acción de la vegetación sobre la radiación solar y, en segundo lugar, el soleamiento del parque edificatorio y sus condicionantes urbanos como la orientación de las calles, la tipología de las edificaciones, etc. El segundo fundamento es el diseño urbano por viento, sobre el espacio público y las edificaciones, en el cual el viento se convierte en un factor clave para el bienestar térmico sobre todo en los espacios urbanos exteriores.

Tomar de base los criterios bioclimáticos, tiene como fin generar espacios urbanos donde se prime la eficiencia energética y el bienestar social mientras se hace un uso responsable del suelo y de los recursos naturales disponibles en el lugar. Adoptar el criterio de arquitectura y urbanismo bioclimático y orientarlo hacia una concepción urbana respetuosa con el medio ambiente, no solo beneficia a la ciudadanía que habita en el sistema urbano, sino a una escala más amplia, ya que los principales problemas ambientales afectan a escala estructural, pero tienen solución a escala local, y este es el camino.

(Ver área temática (EU). [Eco]sistema urbano).

El crecimiento actual de los espacios urbanos se ha desacoplado del territorio tendiendo, en general, a desbordar el sitio original de las ciudades, abarcando territorios cada vez más extensos y discontinuos. Con la dispersión de las ciudades y pueblos y el incorrecto diseño urbano se ha perdido funcionalidad y eficiencia. Por este motivo, las ciudades generan una enorme huella de carbono resultado, en la mayoría de los casos, de una incorrecta planificación urbanística y falta de elementos naturales que proporcionen continuidad con el entono natural inmediato, limitando su capacidad de adaptación a algunos impactos del cambio climático. Para abordar esta cuestión, 

“La primera condición es el re-acoplamiento de ciudad y territorio. No es posible descarbonizar la ciudad sin recurrir a una alianza orgánica con el territorio y con sus procesos naturales.” (Requejo, J., 2019).

En este contexto, la planificación urbanística es una herramienta clave en la sostenibilidad global del sistema urbano (ver área temática [Eco]sistema Urbano) y el metabolismo urbano que lo conforma, ya que articula el conjunto de piezas que pueden reforzar la adecuación bioclimática de los tejidos urbanos y contribuir a la mejora de las condiciones ambientales, de salud y de calidad de vida y al incremento de la biodiversidad.

Ante esto, y desde la perspectiva de la Acción Climática parece ineludible un cambio de paradigma en la forma en que la sociedad canaria se implanta en el territorio e interactúa con el medio. No se puede transformar el sistema energético local hacia la sostenibilidad, sin estar acorde, el planeamiento pormenorizado, con la ordenación estructural, manteniendo la visión del espacio sostenible y confortable, de la mano de la distribución espacial de usos.

Es por ello, que resulta imprescindible el análisis de las condiciones y usos del suelo para concluir en una correcta distribución y localización de las infraestructuras de generación de energías limpias en el sistema urbano. A su vez, se tendrá en consideración el tipo de infraestructura generadora de energía renovable que pueda colocarse en puntos estratégicos de las urbanizaciones o edificaciones y el posible aprovechamiento de los recursos naturales como el sol, viento, agua bajo criterios de arquitectura y urbanismo bioclimático sin obviar los impactos que se puedan ocasionar.

El planeamiento urbanístico determina el futuro comportamiento energético de las ciudades en función de la configuración de la distribución de usos, la posición de las edificaciones y sus características físicas, la relación con los espacios públicos y todo ello, dentro de unas condiciones climáticas específicas y particulares del lugar.

Es preciso por tanto, tener una postura consciente en el diseño de la ciudad y su metabolismo urbano, considerando en el diseño: el espacio natural y artificial y sus relaciones, las necesidades de la población en cuanto a usos y actividades, economía y bienestar; y en el metabolismo: los procesos de transformación del suelo, los sistemas hidrológicos, los procesos erosivos, los procesos vivos, etc. e identificar en qué medida, el metabolismo urbano puede integrarse en los mismos.

Las consideraciones anteriores cederían a alcanzar una meditada solución que permita diseñar un [eco]sistema urbano integrado en el medio, que reduzca las emisiones GEI y que sea resiliente para hacer frente al cambio climático desde la adaptación y mitigación.

Autosuficiencia conectada en el [eco]sistema urbano

Como ya se ha visto anteriormente, el sistema urbano y las ciudades que lo conforman son grandes consumidores de energía y una de las causas más importantes de contaminación atmosférica, de los impactos ambientales y del consumo de recursos, agravando y potenciando los efectos derivados del cambio climático.

Hay que luchar por alcanzar el concepto de eficiencia energética, el cual contempla varios factores básicos relacionados con la planificación urbanística como son la orientación, la disposición y la localización de los usos del suelo, urbanizaciones y edificaciones en el territorio.

Con este concepto se busca la aproximación a la autosuficiencia conectada a partir de la generación de energías renovables y la adopción de medidas de ahorro y eficiencia para los principales sectores consumidores de energía y emisión de GEI (doméstico, servicios y equipamientos, movilidad, sector primario y los relacionados con la gestión del agua y los residuos) y a la par de conseguir un metabolismo urbano circular donde las ciudades y entornos urbanizados sean capaces de autoabastecerse.

Tras lo descrito en la línea de análisis Metabolismo energético del Modelo Territorial, se confirma que los beneficios obtenidos para adaptar el sistema energético a un nuevo escenario de escasez y autoabastecimiento, se deben extender a otras escalas y no solo a la estructural. Es precisa la gestión energética en las urbanizaciones y las edificaciones con medios para utilizar los recursos de energía renovable que se encuentren a su alcance, sin embargo, esto solo no es suficiente. 

También se ha de lograr que dispongan de medios y elementos para gestionar de manera eficiente el agua pluvial o reutilizar parte de sus residuos generados. Antes que nada, optimizar los recursos endógenos, y solo recurrir a las redes generales de intercambios de energías y otros recursos, cuando se haya agotado el potencial de autosuficiencia.

Figura 13 Energía Minieólica instalada en edificaciones. Fuente: www.certificadosenergeticos.com

Figura 14 Esquema de instalación de aerogeneración. Fuente: Generatuluz.

(Ver área temática (EU). [Eco]sistema Urbano, Edificios de consumo casi nulo).

En definitiva, la autosuficiencia conectada plantea seguir los principios auto organizativo propios del sistema natural, que tiene como principio esencial, la perdurabilidad en el tiempo con el menor consumo energético. Urge iniciar un proceso proactivo, inteligente y sistémico de dotación de infraestructuras ecoeficientes del sistema urbano construido y de producción de excedentes energéticos en los nuevos desarrollos.

Si no puede propiciarse la autosuficiencia conectada se tendrá que velar por potenciar el principio de proximidad, es decir, que las infraestructuras e instalaciones energéticas se encuentran cerca del consumidor para lograr el mejor aprovechamiento del recurso. Para ello, hay que analizar qué suelos son óptimos para destinarlos a la implantación de infraestructuras pertenecientes al sistema energético de fuentes renovables desde el planeamiento sectorial.

En este apartado tiene mucha importancia la toma de conciencia por parte de la ciudadanía de los graves problemas derivados del uso insostenible de la energía, y de las dificultades que están provocando al medio ambiente con la aceleración del cambio climático. Que la ciudadanía sea consciente del grave problema, ofrece la oportunidad de luchar por un nuevo modelo energético basado que parta de la diversificación en las fuentes, la racionalización, la eficiencia, el ahorro en el consumo y el respeto al medio ambiente, no considerándose una estrategia energética aislada. Este modelo es un elemento fundamental de desarrollo para promover la mejora del medio ambiente y el desarrollo socioeconómico.

Sin embargo, en ciertas ocasiones, esto no es posible que suceda. A veces se presenta la situación de que no todas las personas pueden hacer frente al coste de la transformación, e incluso al coste que el consumo energético implica, aún siendo el consumo de servicios energéticos por parte de los hogares un aspecto fundamental para mantener un nivel y una calidad de vida óptimos para la ciudadanía. Esto se traduce en la pobreza energética.

 “La pobreza energética es la situación en la que un hogar es incapaz de pagar una cantidad de energía suficiente para la satisfacción de sus necesidades domésticas, o cuando se ve obligado a destinar una parte excesiva de sus ingresos a pagar la factura energética de su vivienda” (Tirado Herrero, S. 2018) 

La esta casuística, afecta casi a un 11% de los hogares en España y aproximadamente el 5% de los hogares en el Archipiélago y es, el ascenso de las temperaturas uno de los causantes, por lo que se requiere un replanteamiento inmediato de la rehabilitación edificatoria y urbana para afrontar de una manera más resiliente los impactos del cambio climático y la existencia de la posibilidad de estar afectado por la pobreza energética.

Para poder establecer este valor, haría falta conocer el gasto energético de los hogares en Canarias y los ingresos netos de cada uno de ellos. Ya que, el indicador índice de Pobreza Energética Compuesta queda definido de la siguiente manera:

“Hogares cuyos ingresos netos de los gastos de vivienda y energía se sitúen por debajo del 60% de la mediana nacional en este concepto para el conjunto de hogares, y que, además, su gasto en energía sea, o bien superior a la mediana del gasto energético de todos los hogares, o bien superior al 10 por cien de sus ingresos.”

(Ver área temática (GDHE). Gobernanza, Dimensión Humana y Económica).

La consecución del objetivo de lucha contra el cambio climático y preservación del medio ambiente implica a todas las Administraciones que, desde las distintas herramientas de legislación y ordenación tienen competencias sobre el desarrollo y la planificación. Así pues, ya desde las figuras del Plan Director o General hasta las figuras de Proyecto de Urbanización pueden incluirse consideraciones para alcanzar la eficiencia energética.

Por lo cual, en vista a un futuro sostenible, los planes urbanísticos deben incluir, como objetivo explicito para determinar las alternativas de ordenación e intervenciones y garantizar la conservación del suelo, los recursos naturales y la defensa, mejora o renovación del sistema natural, el ahorro energético y la reducción de las emisiones de GEI. Por ello, se tendrán en cuenta las futuras necesidades energéticas de los crecimientos urbanos y las condiciones climáticas actuales y futuras ya que, la forma de distribuir el territorio, y los microclimas creados por el proceso de urbanización, condicionan el consumo energético.

Por ejemplo, a escala estructural y pormenorizada, a través del desarrollo de Planes Generales de Ordenación (PGO), la orografía y el estudio de los emplazamientos adecuados para la ubicación de los diferentes usos contribuyen al ahorro energético debido a factores como la insolación e incluso la dirección de los vientos predominantes que pueden llegar a modificar el microclima del lugar.

De la misma manera, en los Planes Parciales (PP), se pueden incluir criterios de eficiencia energética para racionalizar el gasto energético de las proyecciones de demanda y, cuyos condicionantes y parámetros son los mismos que para el caso de los PGO que, aunque sea con un margen de maniobra más limitado, existen suficientes factores a determinar como para poder influir de manera significativa en esas proyecciones de consumo derivados de la ordenación.

En la actualidad, la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) y la Evaluación de Impacto Ambiental de Proyectos (EIA) incorporan estos aspectos necesarios para el desarrollo urbanístico. Sin embargo, debido al aumento de la demanda social, el elevado coste de la energía y la urgencia de luchar contra los efectos e impactos del cambio climático, aparece la obligación, por criterios éticos, económicos y de responsabilidad, de elaborar estudios adicionales a estos.

Por otro lado, se encuentran los estudios del consumo y abastecimiento energético del respectivo Ayuntamiento o Administración local, que acompañan al planeamiento y pueden llegar a condicionar los futuros desarrollos urbanísticos a menor escala de planificación. La inclusión de reservas de suelo destinadas a la creación de parques eólicos o fotovoltaicos, la obligatoriedad de instalar placas solares sobre las cubiertas de las edificaciones, el tipo de material específico para el aislamiento de las futuras construcciones, la iluminación municipal mediante el alumbrado público entre otras, pueden quedar reflejadas en diferentes figuras urbanísticas municipales como las normas urbanísticas o las ordenanzas municipales.

Figura 15 Sun Ship. Friburgo. Fotogrfía Andrewglaser

Por ende, desde cualquiera que sea la escala de actuación, se tendrá que actuar directamente en el consumo energético y la generación de emisiones GEI mediante la potenciación del concepto de autosuficiencia conectada, la correcta localización de los diferentes usos, la integración del concepto de proximidad de las zonas de servicio a la ciudadanía, y la potenciación de la Economía circular, a partir de la reserva de suelos destinados a la generación de energías de fuentes renovables y la consecuente adecuación y construcción de las redes destinadas a generar y distribuir dicha energía para abastecer los futuros incrementos de demanda energética derivados de la planificación.

En este sentido, es fundamental el re-acoplamiento de las ciudades y del sistema rural al territorio en el que se asientan, optimizando su posición en el medio, entendiendo los procesos de transformación del suelo, los sistemas hidrológicos, los procesos erosivos, los procesos vivos, etc.., e identificar en qué medida, el metabolismo urbano puede integrarse en los mismos.

(Ver área temática: (MOT) Morfología y Modelo de Ocupación del Territorio).

La energía del transporte y la movilidad urbana

Cuando se introduce el concepto de metabolismo, como comprensión orgánica del territorio y de la ciudad, es necesario ampliar hacia la visión e introducir la movilidad y el transporte en la lucha para la consecución de la transición energética y balance neutro.

«Los modelos de ciudad extensos aumentan las redes de transporte y, por lo tanto, incrementan el consumo energético y la contaminación. (…)».

(Instituto para la Diversificación Ahorro de la Energía. IDAE)

La movilidad no solo se constituye únicamente por la suma de los distintos desplazamientos directos que realiza la ciudadanía, sino que también se contemplan los desplazamientos derivados del transporte y uso de bienes y servicios.

Para que se produzca ese viaje hace falta la transformación y consumo de energía, no solo a la hora de realizar ese desplazamiento, sino en todo el “ciclo de vida” del movimiento, es decir, en todo el conjunto de procesos ligados al él.

En el caso del transporte o la movilidad convencional, el análisis completo de ese ciclo de vida comprende, además del medio de transporte (coche, bicicleta, bus o tren, etc.), la construcción de todas aquellas infraestructuras necesarias como los viarios, aparcamientos, anclajes de los aparcamientos de bicicletas, etc., así como la gestión del sistema que permite la circulación de cada uno de los medios de transporte, y la energía requerida o aportada por el tratamiento y uso de los residuos derivados de esos medios.

En Canarias, durante el año 2019 la demanda de energía primaria ascendió hasta los 4.884 kTep y una demanda energética de 3.675 kTep. Por otro lado, el consumo per cápita se sitúa sobre 1,7 Tep por habitante siendo, el transporte terrestre, el sector de mayor consumo con un 33,72%.

El análisis en la movilidad se quedaría corto si se obvian esos requerimientos energéticos indirectos y además, si se elude la consideración del modo en el que se emplean los recursos y los medios de transporte utilizados, ya que, desde un punto de vista energético además del consumo de combustibles fósiles, es determinante en la emisión de los gases de efecto invernadero, que los vehículos utilizados sean o no a motor, como el valor de la tasa de ocupación de esos vehículos.

La sostenibilidad en el transporte de las islas pasa por el uso colectivo de los modos de transporte, por el cambio de hábitos de movilidad de la ciudadanía y por el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan la propulsión sin emisiones contaminantes GEI y la máxima eficiencia energética.

Las tecnologías referentes a la movilidad sostenible pueden ser, la tecnología híbrida, la cual combina motor térmico eficiente con motores eléctricos, ya sean enchufables o no; la tecnología eléctrica pura, cuyos vehículos emplean solo la energía eléctrica de la red; y la tecnología de pilas de combustibles (hidrógeno), con la cual los vehículos son capaces de generar la electricidad que necesitan para hacer funcionar sus motores a partir de otro producto.

(Ver área temática (MA). Movilidad y accesibilidad).

Items de análisis
Conocer la situación actual

  •  Funcionamiento del sistema energético local
  •  Ubicación y distancia de la fuente energética
  •  Ubicación y distancia del consumidor
  •  Demografía actual y prevista
  •  Demanda energética
  •  Parcelas vacantes
  •  Proyecciones climáticas
  • Recursos renovables aprovechables
  •  Edificaciones con elementos de energía renovable
  •  Usos del suelo
  • Planeamiento vigente

Para obtener esta visión crítica sobre el estado actual del modelo resulta necesario que la información urbanística del instrumento de planeamiento deba analizar una serie de aspectos mínimos para realizar un correcto diagnóstico y enfocar las medidas y propuestas de cara a la ordenación.

  • (OP) Estudiar cómo funciona el sistema energético de las urbanizaciones del municipio y ver de qué fuente energética se abastece para focalizar las parcelas y zonas con ineficiencia de la red contemplando distancias al las infraestructuras.
  • (OP) Proyección de población por cada nuevo desarrollo o renovación para ver si se podrá abastecer la demanda energética.
  • (OP) Parcelas vacantes y lugares óptimos (cubiertas, suelos, fachadas, etc.) para la instalación e infraestructuras de energía de fuentes renovables para potenciar el autoabastecimiento.
  • (OP) Información climática del ámbito de estudio o actuación con el fin de conocer las condiciones del microclima. Es necesario que la información incluya datos térmicos, la orientación solar, topografía del terreno, régimen de vientos, vegetación, hidrogeología, entre otros.
  • (OP) Analizar qué tipo de energía renovable natural puede aprovecharse con la información climática obtenida en las urbanizaciones y edificaciones para potenciar la autosuficiencia energética conectada.
  • (OP) Estudiar las edificaciones (características, orientación, ubicación) para determinar cuáles son aptas o tienen suficiente espacio y se les permite la instalación de elementos para energía renovable.

Diagnóstico
Necesidades de actuación

  • Zonas con falta de red del sistema energético eficiente.
  •  Zonas exentas de infraestructuras de proximidad.
  •  Parcelas con falta de red del sistema energético eficiente.
  •  Cobertura a las infraestructuras energéticas de generación de energías
    renovables.
  •  Parcelas y/o edificaciones potenciales para implantar infraestructuras de energía
    renovable
  • Parcelas con alto potencial para la autosuficiencia energética.

Indicadores
Evaluación-ordenación-seguimiento

Los indicadores de evaluación, completan el diagnóstico precisamente porque nos ayudarán a evaluar la situación actual y se acerca o no cumple a los umbrales mínimos de sostenibilidad, requiriendo en su caso una atención prioritaria. Estos indicadores se presentarán en forma de ficha en el anexo correspondiente a la presente Guía.

Tabla 3 Indicadores de la línea de análisis Metabolismo energético del [Eco]sistema Urbano y edificación. Fuente: elaboración propia a partir de distintas fuentes. 

INDICADORES CRITERIOS PARA LA ORDENACIÓN EVALUACIÓN
DIAGNÓSTICO
MODELO SEGUIMIENTO TIPO DE INDICADOR
UMBRAL MÍNIMO UMBRAL DE SOSTENIBILIDAD
MTU-IND-07 Consumo energético renovable de infraestructuras/
instalaciones/edificios municipales 
>90%
 
Primario
MTU-IND-08 Consumo energético por habitante  6.000 MWh/hab 4.500 MWh/hab
 
Primario
MTU-IND-09 Demanda energética en el sector residencial  *
 
Secundario
MTU-IND-10 Demanda energética en el sector terciario y equipamiento  *
 
Secundario
MTU-IND-11 Viviendas con certificación energética 40 % de Viviendas  Con Certificación A                   30 % de Viviendas   Con Certificación B                  
20 % de Viviendas  Con Certificación C
10 % de Viviendas  Con Certificación D
0% resto de viviendas 
Secundario
MTU-IND-12 Eficiencia energética en el alumbrado público  – > 35 Lux/ m2.
Secundario
* Umbral de sostenibilidad establecido en la Guía Metodológica para los sistemas de auditoría, certificación o acreditación de la calidad y sostenibilidad en el medio urbano:
A) Código Técnico de la Edificación (CTE). Marco normativo que establece las exigencias que deben cumplir los edificios en relación con los requisitos básicos de seguridad y habitabilidad establecidos en la Ley 38/1999 de 5 de noviembre, de Ordenación de Ordenación de la Edificación (LOE).
B) IDAE (2011) Evaluación del potencial de energía solar térmica y fotovoltaica derivado del cumplimiento del Código Técnico de Edificación. Estudio Técnico PER 2011-2020.
C) Mackay, D (2008): Sustainable Energy – Without the Hot Air, UIT.

Sistema municipal de indicadores de sostenibilidad. IV Reunión del Grupo de trabajo de Indicadores  de Sostenibilidad de la Red de Redes de Desarrollo Local Sostenible. Barcelona

Medidas y recomendaciones
Para la ordenación y ejecución

Así pues, se establecen unas medidas y propuestas de mitigación (M) en aras de viabilizar, desde el planeamiento urbanístico, el cumplimiento de la meta de desarrollar.

  • Ligar la ubicación de las infraestructuras a los usos del suelo, así como con cercanía a los recursos renovables para reacoplar las ciudades en el territorio.
  • Aumentar la disposición de superficies (cubiertas, parcelas, edificaciones, etc.) destinadas a infraestructuras de autoconsumo para impulsar las energías renovables y fortalecer el suministro energético.
  • Planificar las infraestructuras energéticas en función de las demandas actuales y futuras para abastecerlas mediante energías renovables y garantizar el consumo sostenible de los nuevos crecimientos urbanos.
  • Ordenar y prever la integración de los modelos energéticos de energía renovable distribuida y de almacenamiento en las urbanizaciones y edificaciones bajo el principio de proximidad, con el fin de obtener más autonomía energética y aumentar la resiliencia de los modelos energéticos.
  • Tener en cuenta las condiciones y características climáticas y energéticas de los emplazamientos de las infraestructuras para conseguir cumplir con el principio de autosuficiencia conectada.
  • Integrar la generación de energía de fuentes renovables en  espacios públicos (marquesinas con paneles solares, microestaciones de cogeneración, espacios destinados al almacenamiento de biomasa, etc.) a la hora de establecer las condiciones de urbanización.
  • Introducir en las condiciones generales de las instalaciones establecidas criterios sobre generación renovable en cuanto a localización, integración arquitectónica, proporción de cobertura de la demanda energética total e impactos indirectos sobre los usos (por ejemplo, el ruido en las instalaciones eólicas).
  • “Reducir la demanda energética urbana ligada a la movilidad a partir de la promoción de los modos de transporte más sostenibles (transporte público, bicicleta, a pie). Generar tejidos urbanos más compactos.” (Ver área temática Movilidad y Accesibilidad)
  • Impulsar las ordenanzas municipales para la implantación de principios de arquitectura bio-climática y bio-construcción y de diseños urbanos arquitectónicos y eficientes. (ver área temática [Eco]sistema urbano).
  • Establecer criterios en la normativa urbanística para la implantación de tecnología y técnicas para la optimización del ahorro, captación y almacenamiento de energías renovables.

Criterios
para la ordenación

  • Favorecer la viabilidad de la explotación de las economías sostenibles como la Economía Circular y Baja en Carbono para conseguir la descarbonización del sistema urbano teniendo de base el principio de autosuficiencia energética conectada y el principio de proximidad.
  • Considerar las condiciones geográficas y características climáticas y energéticas de las edificaciones y urbanizaciones.
  • Crear ecosistemas urbanos sostenibles y eficientes energéticamente basados en el autoconsumo conectado.
  • Maximizar la autosuficiencia energética de las edificaciones y urbanizaciones para conseguir un mayor grado de independencia energética municipal.
  • Prever los picos de demanda derivados de la ordenación de los nuevos crecimientos urbanos, así como la regeneración de los tejidos consolidados.
  • Perseguir la consecución de un sistema energético urbano “circular” y no “lineal”. Mediante la reutilización y la captación de recursos renovables, aumentando el nivel de autosuficiencia a partir del aprovechamiento y el autoconsumo.

Recomendaciones de eficiencia energética en el proceso de planeamiento urbanístico

Como se puede concluir, el planeamiento urbanístico junto con las condiciones climáticas del lugar, determinan el futuro comportamiento energético de las ciudades por cuanto concreta toda la configuración de un territorio, fija la posición de los edificios y sus características físicas, su relación con los espacios públicos y con los otros edificios. Por lo que, la correcta combinación de todos estos factores sumado a la aplicación de determinados criterios permitiría prever y condicionar favorablemente el comportamiento energético de las edificaciones. Todo ello, bajo el objetivo común de preservar y proteger el medio ambiente desde todas las etapas del planeamiento urbanístico.

Por ello, pueden tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones para condicionar el planeamiento desde la perspectiva energética con el fin de llegar a concluir en la eficiencia energética.

  • Modelo y usos urbanos: las características del microclima urbano condicionan las necesidades energéticas de los futuros desarrollos, por lo que la clasificación del suelo y la asignación de edificabilidad, densidad y tipos y características del municipio o núcleo tendrán que tenerlas en cuenta.
  • Distribución de las zonas edificables y los espacios libres: se tendrá que intentar realizar la distribución de las edificaciones, las zonas verdes y los edificios de servicios, de manera que permitan el mayor y mejor uso energético de todos ellos, en función de las tipologías elegidas y las condiciones climáticas del lugar.
  • Trazado de viales, forma y tamaño del lugar: para establecer el trazado de las calles y parcelas se tendrá que intentar realizarlo en relación con la topografía y condicionantes del lugar, pero sin comprometer la mejor orientación de los edificios en aras a reducir las necesidades energéticas futuras de la edificación en cualquier época del año.
  • Parcelación: Así como se tiene en cuenta los parámetros y criterios establecidos en la ordenación urbana, las parcelas deberían tener en cuenta que esos parámetros y criterios condicionarán la posición de la edificación y, por lo tanto, van a incidir en su eficiencia energética.
  • Sistema viario y estudio de tráfico: el planeamiento urbanístico debe tener como uno de los objetivos primordiales en la acción climática la reducción de las emisiones de GEI y de la contaminación acústica, por lo que se intentará, mediante un Estudio o Plan de Movilidad la potenciación de los modos de transporte no contaminantes y el transporte público colectivo.
  • Las redes de servicio: en la planificación de las redes de servicios esenciales tendrá que primar el ahorro energético, así como la autosuficiencia conectada y la gestión inteligente de los recursos naturales.
  • Posición de la edificación y separaciones entre edificios: en la ordenación, se intentará cuidar la posición del edificio teniendo en cuenta las condiciones del microclima urbano, la contaminación acústica, la insolación, etc., y todos aquellos parámetros utilizables para incrementar el potencial de eficiencia energética.
  • Forma del edificio: se intentarán establecer criterios para potenciar los aportes solares, el autoabastecimiento y la minimización de las pérdidas. A su vez, fomentar los mecanismos de ventilación y los criterios de arquitectura bioclimática.
  • La urbanización, la vegetación urbana y las zonas verdes: Se intentará utilizar la urbanización y todas las zonas verdes para incrementar el ahorro energético. Para ello, es preciso considerar la vegetación como un agente condicionante de las condiciones climáticas.

Estas recomendaciones se desarrollarán en mayor medida en las áreas temáticas [Eco]sistema Urbano y (MA). Movilidad y accesibilidad.

Recomendaciones para los proyectos de instalaciones energéticas

A su vez, se tratará de avanzar en medidas para mejorar la integración de la naturaleza local y fomentar la infraestructura verde donde se ubican las instalaciones. El diseño de las instalaciones tendrá en cuenta la accesibilidad visual y su inserción adecuada entre elementos estructurantes determinados por las especificidades cada uno de las tipologías de usos.

  • Sector residencial, servicios y edificación: A través de las medidas y de las labores de, evaluación ambiental de actividades, asesoramiento e inspección se mejorarán los niveles de calidad ambiental en este tipo de actuaciones en los siguientes aspectos:
  • Fomento de las infraestructuras verdes y soluciones basadas en la naturaleza
  • Análisis de ciclo de vida de los productos utilizados en la construcción
  • Gestión de residuos de construcción.
  • Gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
  • Protección del patrimonio arquitectónico y del paisaje que pudiera verse afectado por las nuevas instalaciones o adaptaciones.
  • Reducción de los impactos acústicos de las obras.
  • Cálculo y reducción de la huella de carbono de obras nuevas.
  • Diseño de obras nuevas y rehabilitaciones con criterios adaptativos.
  • Planificación urbana con criterios sostenibles en su desarrollo y uso.
  • Sector industrial: Se implantarán medidas apropiadas en los siguientes aspectos correspondientes a las fases de ejecución y funcionamiento:
  • Gestión de residuos de construcción y demolición.
  • Gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
  • Gestión de residuos peligrosos.
  • Adaptación de los sistemas de control de emisiones.
  • Sector agrario
  • Subsector agrícola
  • Disminución de las quemas agrícolas.
  • Ajuste de los niveles de fertilización a las necesidades del cultivo.
  • Fomento del compostaje de residuos agrícolas.
  • Limitación y adecuación de las aplicaciones directas de purines a las explotaciones agrícolas.
  • Fomento de los sistemas de riego localizado.
  • Renovación de los sistemas para el control efectivo de los consumos de agua.
  • Fomento del bombeo solar.
  • Fomento de las rotaciones con leguminosas.
  • Fomento de las técnicas de laboreo de conservación y no laborero.
  • Ajuste en las épocas y métodos de recogida de paja para su aprovechamiento como biomasa a los requerimientos de conservación de la avifauna esteparia.
  • Subsector ganadero
  • Renovación y adaptación de los sistemas de gestión de purines.
  • Fomento de la separación de la fase líquida y del compostaje de la fase sólida de los purines.
  • Adopción de medidas para reducir los olores y otras molestias derivadas de las balsas de purines.
  • Fomento de los sistemas de autoconsumo en las explotaciones ganaderas.