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- MTU.4 EJE 4. Resiliencia y adaptación de las infraestructuras de servicios esenciales
- MUT.4.1 Línea 1: Sistemas de infraestructuras sustentables y resilientes
Con el objeto de disminuir la incertidumbre, desde el planeamiento se primará en promover el desarrollo de escenarios específicos de cambio climático con distinción entre municipios, ya que son la base para elaborar estudios de vulnerabilidades, impactos y riesgos específicos, así como para estimar las necesidades de adaptación al cambio climático.
METAAumentar la resiliencia y la adaptación frente a efectos e impactos del cambio climático de las infraestructuras mediante la correcta localización y distribución de suelos/ubicaciones así como el dimensionamiento y construcción de las mismas
Un mejor conocimiento de los riesgos, vulnerabilidades e impactos es fundamental para priorizar y orientar adecuadamente las actuaciones para dirigidas a prevenir los impactos y facilitar la recuperación tras los daños con la mayor rapidez posible. En este sentido, se podrían elaborar estudios, con base en los escenarios regionalizados, de evaluación de vulnerabilidades, riesgos e impactos, así como las posibles oportunidades, que pudieran surgir del cambio climático y definir con ellos las estrategias óptimas de adaptación para adaptar en la ordenación urbanística. Para ello, es necesario saber el clima del municipio de una manera lo más pormenorizada posible.
Es preciso descartar los enfoques sectoriales y considerar al territorio como una red de sistemas interdependientes en los que se establece que los servicios urbanos se encuentran interconectados entre sí.
Infraestructuras energéticas
Las infraestructuras y elementos que componen el sistema energético puede decirse que no forman parte de los procesos de adaptación, ya que están más relacionados con el consumo de recursos y es el principal emisor de GEI, por lo que se pueden hacer muchas actuaciones de mitigación de esos gases contaminantes más que de adaptación.
Sin embargo, existen una serie de riesgos derivados del cambio climático para el sistema energético en relación al suministro de energía primaria, generación de electricidad, transporte, almacenamiento, distribución y la demanda de energía; que a su vez repercuten sobre varios de los escenarios como son: el agua, el sector agropecuario, las costas, el medio marino y las infraestructuras en el transporte. Los riesgos que se pueden originar son: la reducción en la producción de cultivos agrícolas, la disminución en la eficacia del sistema energético, la vulnerabilidad y daños en las infraestructuras de los sistemas eléctricos e incremento de picos de la demanda en el sector industrial (refrigeración).
Por tanto, es preciso considerar las posibles afecciones del cambio climático a lo largo del proceso de transición hacia un sistema energético sostenible y eficiente para hacer que esté compuesto de infraestructuras más resilientes y ubicadas en el lugar idóneo para que, en el caso de ocurrencia de eventos extremos, sufran el menor daño posible y no se desabastezca a la población durante un período largo de tiempo.
Hay que tener en cuenta que una de las cuestiones en lo referente al sistema energético es el nexo entre el agua y la energía. Algunas tecnologías energéticas requieren un uso intensivo del recurso hídrico, que será más escaso por efecto del cambio climático. Por otra parte, el cambio del clima también se prevé que tenga afecciones en la demanda energética, modificando la energía requerida para algunos usos, así como los patrones de demanda temporales.
Por este motivo, es imprescindible analizar y cuantificar los impactos negativos del cambio climático en el sistema energético y abordar con prontitud suficiente las actuaciones necesarias para reducir los riesgos y así garantizar un sistema energético resiliente a la par que se persiga la descarbonización.
Siendo conscientes que esos impactos nos serán uniformes en todas las islas, es necesario estudiar desde la planificación urbanística los impactos y aquellas zonas donde se presentarán alteraciones más acusadas como por ejemplo, aumento de la temperatura, existencia de islas de calor, aumento en la intensidad de las precipitaciones, inundaciones pluviales o fluviales etc. Estos impactos tendrán efectos directos en las infraestructuras energéticas, sobre todo en aquellas que ya presentan vulnerabilidad estructural o las que están ubicadas en las zonas más sensibles de las islas a los efectos del cambio climático.
Los efectos más aparentes son la destrucción de instalaciones e infraestructuras por inundación o subida del nivel del mar, aunque una mayor presencia de tormentas tropicales, asociadas a rachas de viento muy intensas, pueden provocar derrumbes y roturas en las instalaciones y equipamientos, e incluso caídas de líneas y torres de distribución eléctrica.

Figura 28 Consecuencias del Huracán Delta año 2005. Isla de Tenerife. Fuente: diariodeavisos.elespanol.com
Por este motivo, es necesario tener en cuenta las zonas con alta vulnerabilidad y sobre todo aquellas zonas con alto riesgo de inundación u otro impacto derivado del cambio climático. Todo ello bajo el criterio de proximidad, ya que, si las infraestructuras se encuentran lo más cercanas al consumidor, es más probable que se tarde menos en devolver el suministro eléctrico a las urbes.
Infraestructuras hidráulicas
De igual modo, el cambio climático está afectando de forma creciente a la distribución temporal y espacial de los recursos hídricos y a la frecuencia e intensidad de los desastres naturales relacionados con el agua, aumentando el estrés hídrico reflejado y la disponibilidad del agua, incrementando el riesgo de sequías, las cuales serán más repetidas, largas e intensas, y de inundaciones, con crecidas más frecuentes y caudales punta más elevados.
Los episodios torrenciales podrán venir acompañados de desequilibrios en las cuencas hidrológicas, pudiendo dar lugar a una colmatación más acelerada de presas y embalses, con la consecuencia de la reducción de su capacidad, que se verá incrementada por la necesidad de resguardo para laminación de avenidas.
Además, el aumento de la evapotranspiración por el efecto de la variación de las temperaturas, junto con la posible ampliación de la temporada de riego, podría aumentar la demanda hídrica en el sistema rural. Por otro lado, el metabolismo energético aumentaría su vulnerabilidad por su dependencia de la disponibilidad de agua. De la misma manera, la calidad de las masas de agua se verá afectada por los efectos del cambio climático ya que la concentración de los contaminantes aumentará derivado del incremento de temperaturas, el aumento de las lluvias torrenciales y escorrentías, el aumento del nivel del mar y los procesos de eutrofización.
El ámbito en el que las infraestructuras hidráulicas desempeñan su función es un entorno generalmente agresivo, por lo que la resiliencia supone una garantía de continuidad del servicio que prestan. El continuo cambio y la diversidad de fenómenos como inundaciones y sequías que se prevén, sumado al índice de afección en el medio, dependiente del clima y la orografía, hacen urgente ciertas actuaciones de reducción de la vulnerabilidad.
La adaptación frente al cambio climático en los recursos hídricos, pasa por un uso racional y eficiente del agua, que garantice en el tiempo la disponibilidad de la misma en cantidad y calidad, en su interconexión con el saneamiento y la higiene poblacional, la salud, el riego agrícola, la energía, los ecosistemas y sus distintos usos.
Red hidrográfica
Las islas Canarias están compuestas por numerosas infraestructuras en la red hidrográfica superficial como los cauces de barrancos. Estos desembocan en distintos puntos de las islas que, con el paso del tiempo, y debido a la escorrentía producida por grandes precipitaciones, van erosionando e interactuando de distintas maneras con el territorio. Las redes hidrográficas se constituyen por cursos de agua con distintas características, con diferentes respuestas hidrológicas, y en ciertas ocasiones, torrenciales con gran capacidad erosiva y de arrastre de sedimentos y residuos.
El estado de los cauces de los barrancos depende directamente de las actividades humanas en las cuencas. La existencia de obstáculos, sumado a los efectos del cambio climático, incrementan la peligrosidad de las inundaciones y la vulnerabilidad de las urbanizaciones colindantes.
La generación de la escorrentía superficial, ocasionada por la superficie impermeable, conlleva la generación de cambios en la geomorfología de los cauces, así como la modificación de la sección transversal por la acumulación de sedimentos y residuos, erosión por el incremento de los caudales punta y el aumento de residuos y contaminantes en el fluido.

Figura 29 Inundaciones en Santa Cruz de Tenerife. Fuente: El Diario.es
En muchas ocasiones, esto conlleva al reforzamiento de los cauces con hormigón, no solo para proporcionar mayor protección antes las posibles inundaciones, sino para evitar la erosión debido al aumento de los caudales ocasionados por la impermeabilización de las superficies de las cuencas. Esta impermeabilización deriva en la ocurrencia de impactos en los hábitats existentes en el cauce y sus alrededores.
Cuando la zona impermeable drenante es inferior al 10%, los cauces pueden mantener una alta calidad en lo referente al estado de sus hábitats. Sin embargo, si crece el porcentaje de impermeabilidad del suelo merma cada vez más los hábitats del lugar.
La baja capacidad de desagüe, el estado de conservación de las infraestructuras, las dimensiones, etc. de pequeñas presas y azudes incapaces de solventar las grandes precipitaciones que traen consigo una gran escorrentía; La tipología, características, estado de conservación y periodicidad de mantenimiento de las obras de paso; El desarrollo de urbanizaciones en zonas inundables que puedan modificar la trayectoria del flujo o incrementar el calado del fluido, sobre todo en los núcleos urbanos del litoral y finalmente, en la presencia de vegetación y otras obstrucciones en los cauces, susceptibles de producir un efecto tapón en el flujo en avenidas es lo que puede determinar una mayor afección del obstáculo en un determinado tramo del cauce puede provenir de distintos motivos.

Figura 30 Desembocadura barranco de Melenara. Isla de Gran Canaria. Fuente: Telde Actualidad
Todo esto incrementa el riesgo de inundaciones por desbordamiento de barrancos y, que se aumente el peligro y la vulnerabilidad de las urbanizaciones del litoral en la desembocadura de los mismos, por el efecto de subida del nivel del mar que aumenta el riesgo de inundaciones costeras.
La sostenibilidad de la restauración y mantenimiento de los barrancos va asociada a la sostenibilidad ambiental de la cuenca y si no se gestionan de una manera adecuada pueden incrementar el riesgo de desastres humanos y económicos. Por ello, es prioritaria la aplicación de ciertas actuaciones de adaptación de las infraestructuras de las redes de drenaje de una manera eficiente.
En relación con esto, la Directiva 2007/60 de Evaluación y Gestión del riesgo de inundación, establece el Real Decreto 903/2010, de 9 de julio, de Evaluación y Gestión de Riesgos de Inundación como herramienta clave para implantar planes de gestión de riesgos de inundación cuyo objetivo es realizar de la mejor forma, y con la mayor coordinación, la reducción de las consecuencias negativas de las inundaciones.
Un punto clave es la mejora de la resiliencia y la disminución de la vulnerabilidad de los elementos ubicados en las zonas inundables, la recuperación de las llanuras aluviales, la optimización de los sistemas de defensa son uno de los puntos importantes de actuación para mejorar esos dos conceptos. Asimismo, el fomento de las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que promueven cobeneficios para otros objetivos como el estado de conservación del sistema natural y los ecosistemas que lo conforman, la protección de la calidad del agua, la recarga de acuíferos o la conectividad ecológica. Siempre que sea posible, se utilizarán análisis coste-beneficio para la priorización de las medidas.
(Ver área temática (GDHE) Gobernanza, Dimensión Humana y Económica)
El documento “Buenas prácticas en actuaciones de conservación, mantenimiento y mejora de cauces” del Ministerio para la Transición Ecológica del Gobierno de España, presenta una serie de recomendaciones y prácticas para la ejecución de distintas tipologías de actuación como el manejo y gestión o recuperación de la vegetación existente, mejora de la continuidad del cauce, recuperación del espacio fluvial y mejora de la continuidad transversal del cauce entre otros.
Masas de agua superficial y subterránea
En Canarias se ha comprobado que algunas masas de aguas subterráneas se encuentran en mal estado cuantitativo y/o químico, y que los escenarios climáticos auguran cambios en variables climáticas, como la precipitación, lo que provocaría una menor infiltración y recarga de los acuíferos, poniendo en peligro el cumplimiento de los objetivos medioambientales de los Planes Hidrológicos y la disponibilidad para cubrir la demanda.
Estas mismas proyecciones indican cambios climáticos con aumento de la temperatura y períodos de sequías, lo que provocará un crecida probable de la demanda en determinadas épocas del año, que tendrán que ser compensados por los sistemas de producción industrial de agua, de la misma manera que un descenso en la calidad del agua, conlleva someterla a procesos extras para su uso, consumiendo a la vez mayor energía.
A su vez, se prevé un aumento del nivel del mar que implicaría un incremento de la intrusión salina, pudiendo provocar la salinización de acuíferos lo que afectaría a la extracción de los mismos y a la calidad de sus aguas por alta presencia de cloruros, afectando a los recursos subterráneos (principalmente pozos) que tienen una especial relevancia para la agricultura en Canarias.
Los impactos sobre los recursos hídricos, serán diferentes en función del hecho insular; la situación geográfica dentro del propio archipiélago, la orografía, la altitud, el relieve y la superficie de cada una de ellas sobre la que se produce la precipitación; la escorrentía, diferencia entre el agua de lluvia caída y filtrada, que variará en función de la transformación urbanística del suelo; la capacidad de infiltración en función de las características geológicas y los procesos de erosión del suelo, diferentes entre las islas orientales y occidentales; la masa forestal y las cubiertas vegetales de los montes de cada isla como reguladores de los recursos hídricos, que facilitan la recarga de los acuíferos al mejorar la infiltración, y facilitan la captación de la lluvia horizontal, influyen sobre la recarga de los recursos hídricos subterráneos y la disponibilidad de los mismos.
En este sentido, la desalación de agua de mar ha jugado un papel fundamental, pues esta es la principal fuente de suministro del Archipiélago. La mayor parte de las infraestructuras hidráulicas están íntimamente relacionadas con la desalación del agua de mar, el almacenamiento y su distribución de agua desde los distintos centros de producción existentes hasta los diferentes núcleos poblacionales.
La producción industrial de agua, tanto la desalación como la depuración y posterior regeneración del agua, para ser reutilizada en riego agrícola, se centra básicamente en las franjas costeras de las islas donde mayor desarrollo urbanístico y mayor porcentaje de consumo poblacional y turístico existe. Sin embargo en el sector agrícola de medianías y en las zonas rurales vivas será necesario garantizar la disponibilidad de agua, no solo en cantidad sino en calidad. En las islas de mayor relieve la elevación de agua asociada a fuentes energéticas renovables, destacando el agua regenerada o incluso el agua desalada de mar, es una opción que deberá ser estudiada como medida de adaptación a largo plazo.
Asimismo, las Demarcaciones Hidrográficas (DH) de las islas cuentan con alto un patrimonio hidráulico compuesto por distintas infraestructuras que gestionan y almacenan el agua derivada del ciclo urbano del agua y tratan de reaprovechar el agua de escorrentía, como las Estaciones de tratamiento, depósitos y diversas obras de regulación (presas, azudes y balsas). En cuanto al aprovechamiento de las aguas subterráneas, se realiza a través de nacientes y captaciones. Sin embargo, estas infraestructuras no han sido construidas ni están actualmente gestionadas de una manera eficiente y sostenible para que sean capaces de actuar frente a las grandes precipitaciones y demás impactos del cambio climático.
Si es cierto que la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea no incide directamente en cuestiones referentes al cambio climático, pero aporta flexibilidad y diversas opciones para que las infraestructuras hídricas comiencen a adaptarse frente a los efectos e impactos del cambio climático. Es necesario llevar a cabo políticas relativas al agua y otras orientadas al uso del suelo, la agricultura, la ganadería y la energía. Por otro lado, se encuentra el Libro Verde sobre la adaptación en Europa en el cual se enumera un conjunto de recomendaciones para este campo.
Red hídrica del sistema urbano
En los municipios del Archipiélago se cuenta con un sistema de agua potable limpia que luego se procesa como aguas residuales. Los distintos factores del balance hídrico urbano (precipitaciones, los distintos tipos de agua residual según actividad y uso, pérdidas por humidificación, evaporación, infiltración y uso del agua) no forman en su conjunto un todo equilibrado. Un gran volumen de precipitación sigue descargándose en el sistema de alcantarillado, mientras que, poco después, pueden presentarse épocas de sequías o escasez de agua.
Por lo tanto, es ahí donde hay empezar a gestionar eficientemente el sistema de tratamiento y distribución de agua. Este “no equilibrio” se desequilibra aún más por las consecuencias del cambio climático y el aumento de las urbanizaciones, y sobre todo, urbanizaciones turísticas, en donde, la población extranjera, es quien consume y demanda mucha mayor cantidad de agua (entre 300 y 800 litros/habitante día).
Actualmente se presentan problemas de abastecimiento para la población, sobre todo para el sistema rural. Las redes de abastecimiento y saneamiento no presentan las condiciones perfectas para llegar a toda la población y ser capaz de abastecer ni depurar toda el agua necesaria.
A su vez, las inundaciones costeras tendrán una especial incidencia en el ciclo integral del agua, no ya en la disponibilidad de agua para abastecimiento con garantías de calidad, sino que afectará especialmente a las instalaciones de desalación y depuración existentes en la isla, muchas de ellas localizadas en zonas del litoral potencialmente inundables, bien por los efectos de las lluvias torrenciales, al estar localizadas en zonas de fondo de barranco, bien por los temporales marinos o la más que previsible subida del nivel del mar.
El aumento de las áreas urbanizadas ha tenido notables impactos en el ciclo hidrológico urbano (Valles et al., 2016). La incapacidad de la red de alcantarillado convencional de hacer frente a la expansión urbana, así como a los caudales punta en situaciones de fuerte intensidad y a los efectos que la impermeabilización está teniendo en el ciclo hidrológico urbano impactos significativos en cuanto a inundaciones urbanas por intensidad de las precipitaciones, como a contaminación.
Esto es debido a que, al igual que para las aguas residuales, el objetivo siempre ha sido deshacerse cuanto antes de este flujo mediante los sistemas de alcantarillado y transporte fuera de las áreas urbanas, sin embargo este sistema no ha sido diseñado para soportar el gran volumen de escorrentía superficial en épocas de fuertes lluvias o temporales.

Figura 31 Inundación por intensidad de precipitaciones. Isla de Gran Canaria. Fuente: Canarias7.
Por ende, uno de los objetivos primordiales que hay que empezar a bordar es la transformación de las infraestructuras que conforman el ciclo urbano del agua para, por un lado, hacerlas más eficientes para conseguir la racionalidad económica (minimizar las pérdidas y reducir los costes), aumentar la calidad de las aguas y el ahorro y reaprovechamiento de este recurso, desde donde se promocione el uso de las energías limpias y actuaciones que hagan posible que la ciudadanía no tenga impedimento en subsanar los costes económicos de sus facturas y siempre cuente con la disponibilidad del recurso.
A su vez, es prioritario dotar a las ciudades de la red de tuberías adaptadas a los nuevos cambios climáticos y a la alta probabilidad de ocurrencia de inundaciones. Ante esto, dotar de una red de distribución de agua alternativa, o en el caso de que no se pueda tener una red secundaria, estudiar la posibilidad de implantar red una primaria sobredimensionada en base a los caudales punta obtenidos en las Estaciones Depuradoras en épocas de lluvias torrenciales, podría ayudar al sistema urbano a sobrellevar las inundaciones y evitar daños en bienes, económicos y sobre todo, daños humanos.
Asimismo, se podrá estudiar la implantación de los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible como elementos de adaptación en el ciclo urbano del agua.
En base a esto, se encuentra el documento “Evaluación de la resiliencia de los núcleos urbanos frente al riesgo de inundación: Redes, sistemas urbanos y otras infraestructuras” del Ministerio para la Transición Ecológica del Gobierno de España, presenta una serie de recomendaciones y prácticas para la ejecución de distintas tipologías de actuación frente a las inundaciones urbanas y la evaluación de la resiliencia urbana frente a este fenómeno, así como, dentro de la “gestión integral del riesgo de inundación es la mitigación del mismo mediante la aplicación de un conjunto de medidas planificadas coordinadamente con las que se consiga reducir los daños causados por las inundaciones y acelerar los tiempos de recuperación y vuelta a la normalidad, evitando producir daños a terceros y generar nuevos riesgos, así como exponerse a ellos. En definitiva, construir una sociedad resiliente, capaz de soportar y recuperarse de estos desastres”.
Infraestructuras de gestión de residuos
Al igual que sucede con las infraestructuras energéticas, las destinadas a la gestión de los residuos no forman parte de los procesos de adaptación al cambio climático, al estar más relacionadas con la descarbonización y la reducción de las emisiones de GEI derivadas de la degradación de la materia orgánica.
Sin embargo, no están exentas de sufrir daños derivados de los impactos del cambio climático, lo que conllevaría a un aumento de la contaminación. Por ello, es prioritario analizar correctamente la ubicación de las nuevas infraestructuras para no caer en el error de localizarlas en suelos con una alta vulnerabilidad frente a inundaciones u otro tipo de impacto.
Asimismo, en las consideraciones jurídicas, se recomienda la necesidad de establecer criterios para adaptar todas aquellas infraestructuras de residuos ya existentes o que no puedan ubicarse en zonas sin riesgo, para que, en el caso de ocurrencia de un impacto en el que pueda verse afectada, la contaminación sea la menor posible y las infraestructuras sean capaces de soportarlo.

Figura 32 Vertedero al mar. Isla de La Gomera: Fuente: Gomera Today

