En las últimas décadas, la agricultura industrial ha acelerado la concentración de tierras y recursos en las manos de pocas personas y amenaza la diversidad de los cultivares tradicionales, al sustituirlos por variedades híbridas y/o genéticamente modificadas en manos de multinacionales, con una carga genética muy poco estable en el tiempo, que no permite una propagación tradicional por selección de propágulos de los individuos más productivos y adaptados a las condiciones locales, pudiendo además contaminar a las variedades nativas tradicionales e incluso a especies silvestres.

La producción de cultivos de exportación y la expansión de los biocombustibles a cambio de las importaciones de alimentos ya socavan la autosuficiencia alimentaria y ponen en peligro los ecosistemas locales. No hay duda de que la humanidad necesita un paradigma alternativo de desarrollo agrícola, uno que fomente una agricultura biodiversa, resiliente, sostenible, socialmente justa y de proximidad.

Figura 59. “Mar de plástico” de Almería, ejemplo de una visión industrial de la agricultura. Fuente: La Vanguardia.

Como alternativa sostenible en el tiempo, muchas expertas y expertos han demostrado que la agroecología es capaz de producir alimentos nutritivos y sostenibles, sin la práctica necesidad del empleo de insumos y recursos externos al territorio, y más, en estos tiempos convulsos e inciertos climáticamente y socialmente, cómo métodos más justos y resilientes de producción agropecuaria poseen un mayor potencial para combatir la pobreza y el hambre.

Cabe aclarar que la agroecología es la disciplina científica que enfoca el estudio de la agricultura desde un perspectiva ecológica, y se define como un marco teórico, cuyo fin es analizar los procesos agrícolas en la manera más amplia. El enfoque agroecológico considera a los ecosistemas agrícolas como las unidades fundamentales de estudio; y en estos sistemas los ciclos minerales, las transformaciones de la energía, los procesos biológicos y las relaciones socio-económicas son investigados como un todo. De este modo, a la investigación agroecológica le interesa no sólo la maximización de la producción de un componente particular, sino más bien la optimización del agroecosistema como un todo. Esto tiende a reenfocar el énfasis en la investigación agrícola más allá de las consideraciones disciplinarias hacia interacciones complejas entre personas, cultivos, suelo, animales, etc.”

Figura 60. Principios de la agroecología. Fuente: Elaboración propia a partir de www.agroecología.net

La herencia cultural del patrimonio rural canario, la configuración de una normativa multiescalar que fortalece los agrosistemas sostenibles, el aumento de la concienciación medioambiental de la sociedad y el incremento de la demanda de productos agrícolas ecológicos robustecen la transición agroecológica en las Islas. Ejemplo de ello lo podemos encontrar en San Juan de Las Ramblas, en Tenerife. Este municipio se caracteriza por formar parte de de la Red Terrae, cuya ruta de acción es impulsar la agroecología sostenible aprovechando la riqueza patrimonial, el paisaje, la agrodiversidad de cultivos y los cobeneficios relacionados con el turismo agroecológico.

META 1.

Incrementar la producción agrícola a nivel regional de manera sostenible considerando los efectos de cambio climático y sin incurrir en la degradación ambiental

¿Cómo aplicar la Agroecología para mitigar los efectos del cambio climático?

La agroecología pretende llevar a la práctica el cúmulo de perspectivas teóricas precedentes. En ella se pueden identificar parcialmente varios campos:

  • Diseño de agroecosistemas diversificados de producción incrementada vía uso de la biodiversidad y reciclaje, basada en el entendimiento del ciclo del agua, los ciclos de nutrientes e interacciones de especies múltiples incluyendo sistemas integrados de cultivo-ganado- bosques.
  • Tecnologías agroecológicas, que tratan de poner a punto, dentro de la concepción del manejo integrado de agroecosistemas, una serie de procesos y prácticas de fácil acceso y bajo costo: Entre ellos se destacan la cría y liberación masiva de agentes de control biológico, la producción de organismos benéficos, los bio fertilizantes, la preparación y el uso de compost.
  • Manejo ecológico de plagas dirigido a establecer estrategias durables y ambientalmente compatibles de manejo de malezas, de patógenos e insectos-plaga con especial atención en el incremento de la inmunidad de agroecosistemas y el manejo de hábitats para fauna benéfica.
  • Manejo y conservación ecológica de aguas y suelos que busca implementar técnicas de conservación y biorremediación de suelos, control de la erosión, mejora de la calidad del suelo y prevención de la contaminación edáfica, cosecha, conservación y uso eficiente de agua en agroecosistemas (cosechas de agua – gavias majoreras).
  • El cruce entre la agroecología cultural, económica, política, histórica aplicada, no solo es necesario sino inevitable y aún más, es fuertemente deseable, puesto que si algo distingue el pensamiento y la acción la agroecólogía, es el estudio de las interrelaciones complejas más que de los fenómenos particulares, que ya han sido abordados por la agronomía tradicional.

Por su parte, Sevilla Guzmán (2006, 2007) diferencia tres dimensiones que tienen que ver con las bases técnicas del manejo y funcionamiento de los agrosistemas (dimensión ecológica y técnica agronómica), su integración en el sistema sociocultural y económico (dimensión socioeconómica) y con su dependencia de las políticas agrarias, económicas y de desarrollo rural y social (dimensión sociopolítica):

  • Dimensión ecológica-productiva: La agroecología, bajo esta perspectiva, analiza la estructura, funcionamiento y dinámica de los agrosistemas para, a través del conocimiento de estos procesos ecológicos, minimizar los impactos negativos de la agricultura sobre la sociedad y el medioambiente (Hecht 1997). Entre las técnicas y tecnologías agrarias adoptadas se seleccionan aquellas que no degradan significativamente los recursos naturales, como es el caso de la agricultura ecológica (Sevilla Guzmán 2006).
  • Dimensión socioeconómica y cultural: Busca generar dinámicas participativas entre productoras y productores para estimular iniciativas productivas agronómicas entre las partes implicadas. Estas dinámicas se basarán en una nueva racionalidad ecológica que descanse en los recursos endógenos y en el uso no destructivo de los recursos naturales, bajo una lógica productiva asentada en los principios de una economía ecológica (Boada y Toledo 2003). Se ha de incorporar la perspectiva temporal, el conocimiento local y los recursos endógenos generados a lo largo del proceso histórico (Sevilla Guzmán 2006), junto a las experiencias de desarrollo rural que hayan resultado exitosas. Se hace primordial la revalorización de todo el cúmulo de conocimientos, tecnologías y estrategias de producción y organización de las culturas campesinas, especialmente de los pueblos indígenas y de las y los pequeños productores que aún sobreviven en países europeos. (Egea-Sánchez 2010).
  • Dimensión sociopolítica: Las políticas agrarias marcan el desarrollo de una comarca y por tanto la viabilidad de la explotación de sus recursos, incidiendo directamente en el desarrollo de las sociedades allí instaladas, y el devenir de la cultura asociada al paisaje. Entran en juego las políticas agrarias proteccionistas que fomentan la producción local como objetivo de soberanía alimentaria de una región, dando continuidad a los servicios ecosistémicos producidos entre las diferentes matrices paisajísticas y en el interior de cada una de ellas, conformación de lo urbano y sus zonas verdes, agrosistemas presentes en lo rural y estado de conservación de los entornos naturales.

Frente a los efectos del cambio climático, la ordenación del territorio y la planificación urbanística debe favorecer los sistemas agrícolas adaptados a las condiciones edafoclimáticas locales, que por lo general se prevé variable e inestable. Esta visión ha de formar parte de parte de la estrategia de resiliencia de las islas. Bien gestionados, estos agrosistemas son susceptibles de jugar un importante papel ecológico al mantener los suelos y evitar su erosión, además de tener un significativo valor cultural y/o paisajístico.

EL POTENCIAL DE LOS SISTEMAS AGROLÓGICOS

SOSTENIBLES PARA COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO

La agricultura industrial es la principal fuente de emisión de CH4 y N2O y, en menor medida aunque también importante, de CO2. Se estima que las tierras de cultivo han sido responsables del 15% del total de emisiones de GEIs durante la década de los 90. A pesar de lo dicho, los cultivos y comunidades vegetales pueden actuar como reservas de carbono, ya que a través de la asimilación de CO2 ayudan a compensar las emisiones. Por otro lado, si se lograra reducir la deforestación y aumentar la protección de hábitats naturales, se estimularía este efecto sumidero.

¿Cómo combatir el cambio climático mediante los sistemas agroecológicos sostenibles?

Resulta clave para el futuro de la agricultura, el desempeño de la actividad con pautas basadas en la Agroecología (especialmente considerando los eventos climáticos extremos) como parte de la estrategia de resiliencia, estando íntimamente ligada con el nivel de biodiversidad del agrosistema.

Una encuesta realizada en laderas de Centroamérica después del huracán Mitch, demostró que las y los agricultores que utilizaban prácticas agroecológicas de diversificación, tales como cultivos de cobertura, cultivos intercalados y agroforestería, sufrieron menos daños que quienes practicaban una agricultura tradicional con monocultivos. De tal manera el uso diversificado del paisaje y el acceso a recursos múltiples, incrementa la capacidad del campesinado a la hora de responder a la variabilidad y al cambio climático.

Los sistemas agropecuarios tradicionales de manejo, en combinación con el uso de estrategias basadas en la agroecología y el empleo de nuevas tecnologías, representa uno de los caminos más claros, para el incremento de la sostenibilidad y resiliencia de los agrosistemas, obrando en conciencia para mitigar y adaptar los efectos del cambio climático en los mismos y seguir contribuyendo a la soberanía alimentaria.

Tabla 17. Potencial de la agricultura ecológica en la reducción de emisiones agrícolas de GEIs. 2004.

Fuente: Kotschi y Müller-Säman.

CO2 CH4 N2O
1. USO DE LA TIERRA AGRÍCOLA Y SU MANEJO
Cubierta permanente del suelo  +++ +
Reducción de laboreo  + +
Restricción del barbecho en regiones semiáridas  +
Diversificación de las rotaciones de cultivo  ++ +
Restauración de la productividad en suelos degradados  ++ +
Agroforestación  ++
2. UTILIZACIÓN DE ESTIÉRCOL Y RESIDUOS
Reciclaje de residuos urbanos y compost  ++ +
Biogás de los purines  ++
3. GANADERÍA
Cría y manutención longevas  ++ +
Restricción de la densidad de estabulado  + +
Reducción de las importaciones de pienso  + +
4. FERTILIZACIÓN
Restricciones de la externalización de nutrientes ++ ++
Utilización de leguminosas  + +
Integración de la producción animal y vegetal  ++ +
5. CAMBIOS EN LA CONDUCTA DE LAS Y LOS CONSUMIDORES
Consumo de productos regionales  +++
Aumento del consumo de vegetales  + ++
+++ muy alto,   ++ alto,   + bajo,    – sin potencial

¿Cómo aprovechar la edafología para combatir el cambio climático?

En la práctica, para clasificar un suelo por este modelo de las Clases Agrológicas es muy útil representar la tabla desarrollada por el sistema propuesto por Klingebiel y Montgomery, con los diferentes valores requeridos para cada parámetro según cada clase, facilitando así su posterior comprensión.

Para clasificar un suelo se valora la mejor clase posible para cada parámetro y luego el tipo del suelo queda representado por la del peor parámetro (la clase más alta de todas).

Tabla 18. Soil Conservation Service de USA según el sistema propuesto.

Fuente: Klingebiel y Montgomery

Figura 61. Vega de San Mateo (Gran Canaria).

Fuente: www.spain-grancanaria.com

¿Cómo optimizar los recursos hídricos para la adaptación al cambio climático?

El agua, imprescindible para el óptimo desarrollo de la biosfera tanto a nivel ecosistémico como social, es uno de los elementos del medio abiótico más expiado en cuanto a los efectos del cambio climático se refiere, no solo por la incidencia más agresiva generada como secuelas de éste, a causa del aumento inherente de la evapotranspiración y/o por la mayor torrencialidad de las precipitaciones; sino además por afectación y la desconsideración cometida por la perspectiva occidental en cuanto a su uso racionalizado y el normal Ciclo del Agua. Las aguas subterráneas constituyen un recurso frágil, fácilmente contaminable y de difícil recuperación por lo que conviene evitar previamente su deterioro.

Figura 62. Mar Menor (Murcia), mortandad ecológica debida a la contaminación del agua por la utilización de nitratos, fosfatos y amonio en la actividad agrícola. Fuente: ABC.

  • Manejo del agua para uso agrícola:

El recurso hídrico su cantidad y calidad fundamenta en gran medida a los agrosistemas, las capacidades productivas de los mismos y las labores culturales a realizar para optimizar tan preciado recurso.

La cuantía de agua presente en un territorio, el estado de su acuífero y las posibilidades alternativas de depuración, desalación y potabilización de aguas, así como sus características físico-químicas (salinidad, pH, conductividad eléctrica, carga biológica…) determinarán la tipología y las especies agronómicas a implantar.

Conociendo unas características definidas de antemano de las aguas de un territorio, se podrá actuar en consecuencia, eligiendo el material vegetal más adecuado según los regímenes hídricos, realizando las actuaciones y medidas culturales necesarias para reducir tanto el consumo del líquido elemento, como para mitigar, en su caso, aquellas aguas que poseen cargas salinas elevadas, disminuir la evapotranspiración tanto la edáfica como en las zonas de captación, recarga o almacenamiento se considera fundamental en la gestión.

  • El ciclo del agua en el medio rural:

El agua es un factor limitante para Canarias. Desde la colonización castellana y el reparto de tierras posterior ya se tuvo en cuenta además el reparto de las aguas, nacientes, y fuentes, apareciendo la figura del aguateniente, y de las Heredades de Agua y/o Comunidades de Regantes, teniendo estás dos últimas figuras una especial relevancia histórica para la gestión del agua en Canarias y el desarrollo agrícola.

Los sistemas agrícolas y agropecuarios como demandantes de agua, consumen un porcentaje significativo del recurso hídrico del territorio, pudiendo verse afectado incluso el ciclo natural del agua. Este bien hídrico para uso agrario se nutre de diferentes fuentes: precipitaciones anuales, aguas recogidas procedentes de escorrentías superficiales (presas, aljibes, gavias…) o de los acuíferos presentes en el territorio segadas desde fuentes y manantiales, o bien por su geoextracción mediante pozos y galerías.

En Canarias las limitaciones pluviométricas y la esquilmación del acuífero, tanto por un consumo excesivo del mismo, en el que no se ha tenido en cuenta el balance de recarga, como por una progresiva contaminación salina especialmente nitratos y nitritos de origen agrícola, han obligado “afortunadamente” a que el territorio canario sea puntero en desalación de agua de mar para su posterior uso agropecuario, tecnología implantada en las Islas desde la década de los 80 y especialmente empleada en zonas de cultivo para exportación (zonas plataneras). Inclusive, se están realizando iniciativas de recarga del acuífero con aguas desaladas para contrarrestar la salinidad acumulada y/o por su bajo gravamen. Aunque esta desalinización se supone positiva al permitir no depender por completo del ciclo natural del agua, el proceso de desalación requiere un alto consumo energético, lo que implica su dependencia, impulsándose el empleo de energías renovables anexas a las desaladoras para reducir el consumo de energías fósiles.

Para optimizar el consumo hídrico en Canarias también se ha generalizado el uso de riego localizado desde finales de los 80, especialmente el goteo, cuyo sistema supone un ahorro estimado entre un 40-60% en comparación a otras tipologías de riego (aspersión o manta –por inundación). A pesar de ser el procedimiento en el que el aprovechamiento del agua es más efectivo, tiene sus limitaciones agronómicas, especialmente por la formación de depósitos salinos por acumulación progresiva alrededor del bulbo húmedo (impacto solventable si con cierta frecuencia se realiza el lavado de estas sales en profundidad). También en algunas regiones de las islas, se aprovechan las aguas depuradas procedentes del terciario de las EDARs, aunque con ciertas limitaciones según la legislación vigente y el cultivo.

  • Control de la evapotranspiración en la gestión de los agrosistemas:

Un control exhaustivo de la evapotranspiración de las aguas destinadas al riego se convierte en esencial para la adopción de las medidas más oportunas para adaptar y mitigar la producción agropecuaria al cambio climático, en un escenario realmente incierto, y determinará la cuantía exacta de aportes hídricos que necesita el cultivo. Las nuevas tecnologías, como los sensores de humedad nos permiten realizar un consumo hídrico más racional y exhaustivo.

    • Evapotranspiración potencial (EP): Es la cantidad máxima de agua que susceptible de perderse por evaporación desde el suelo y por transpiración de las plantas cuando el suelo se encuentra con un contenido óptimo de humedad (capacidad de campo), cubierto por completo con un manto herbáceo de poca altura (5 cm), en activo crecimiento y cuyo albedo sea aproximadamente de un 25%. La evapotranspiración resulta entonces, el proceso inverso de las precipitaciones, y su conocimiento permite establecer el grado en que se satisfacen las necesidades de agua de un área determinada. Este fenómeno es de suma importancia e interés para la planificación y desarrollo de actividades agrícolas.
  • Evapotranspiración real (ER): Es la cantidad de agua, expresada en milímetros, que evapora el suelo y las plantas de acuerdo con el contenido circunstancial de agua que posea el suelo, dependiendo de los diferentes gradientes de humedad que condicionan todos los factores en el momento de su determinación.
  • Importancia de la estimación y determinación de EP y ER:

El agua no es un recurso del que se disponga libremente, debe ser cuidadosamente consumido, existe una necesidad sustancial de economizar la precipitación y el agua suministrada por el riego. Una tarea central es la de determinar la magnitud de la EP y la ER, relacionándola con los niveles de humedad del suelo, los recursos hídricos de la región y las necesidades de los cultivos en sus diferentes etapas de crecimiento y desarrollo.

La estimación o medición de la EP y ER permite:

  • Conocer aspectos hidrológicos del balance de agua en una determinada región.
  • Conocer la evolución de la humedad del suelo a lo largo del año.
  • Su conocimiento facilita la implementación de riegos a través de la construcción de diques, embalses, acequias, dimensionamiento de bombas, etc.
  • Métodos para estimar la evapotranspiración potencial:

Método de Pennam: Con mayor número de variables, tiene en cuenta todos los aspectos que propician la evapotranspiración. Su estimación se basa en los siguientes elementos atmosféricos:

  • Humedad del aire.
  • Velocidad del viento.
  • Radiación neta.

La fórmula de Pennam se caracteriza por su exactitud, ya que considera varios elementos meteorológicos en su formulación. No existen valores de radiación neta en nuestro país debido a la falta de registro.

EP (mm/mes) = ∆ Rn + Ea .f ∆ + α

Donde: 

  •  ∆ = gradiente de la curva de saturación a la temperatura del período considerado.
  • Rn = radiación neta del lugar.
  • Ea = coeficiente aerodinámico que depende de la velocidad del viento y del vapor de agua existente en la atmósfera.
  • α = constante psicrométrica.
  • f = factor de corrección que varía entre 0,6 y 0,8.

Figura 63. Gavias de Fuerteventura, sistema de cultivo que aprovecha al máximo las escasas precipitaciones. Fuente: GEVIC.

El aprovechamiento de la diverisidad biológica canaria

El término Biodiversidad o Diversidad Biológica, queda definido por el Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas en el año 1.992, como:

“la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie (diversidad genética), entre las especies (diversidad de especies) y los ecosistemas (diversidad de hábitats y paisajes)”. Además, existe la biodiversidad que se manifiesta en la variedad de razas (genética), lenguas y conocimientos acumulados por los humanos respecto al uso y gestión de las otras tres dimensiones.

La Biodiversidad Agraria, englobada en el concepto de Biodiversidad, es la parte de ella que comprende a todos los seres vivos y sistemas que se han diferenciado, por la intervención del ser humano, para producir alimentos u otros productos de utilidad. Dentro de este concepto se incluyen los recursos genéticos para la alimentación humana y animal, la diversidad de agrosistemas y paisajes agrarios, así como las culturas campesinas ligadas a la gestión y uso de los sistemas agrarios y recursos naturales. Otros componentes son todos aquellos elementos del paisaje agrario, no introducidos de forma directa por las personas, pero que contribuyen de forma significativa al funcionamiento del agrosistema, lo que se conoce como Biodiversidad Asociada. El concepto engloba tanto a los organismos y microorganismos del suelo con las funciones que realizan de estabilización del mismo; patógenos e insectos plagas que afectan a los sistemas agrarios; depredadores y parasitoides que naturalmente ayudan al control de plagas y enfermedades; polinizadores, esenciales para el sostenimiento natural de los recursos; la vegetación asociada dentro y fuera del agrosistema que ayuda a la interacción agroecológica entre ambos; y la fauna silvestre que se vale de los agrosistemas como hábitats.

La cultura campesina ha forjado además de paisajes de una gran diversidad de variedades y razas ganaderas locales, gracias a la actividad desarrollada por generaciones de campesinas y campesino que, gracias a una selección intuitiva, según preferencias, lograron diversificar la producción en el tiempo y espacio, escogiendo alimentos más nutritivos y cualidades organolépticas diferenciadoras. Estas variedades y razas locales se han adaptado perfectamente a los agrosistemas tradicionales, y desde parte del conocimiento científico se las consideran recursos de valor incalculable en todos los niveles y ámbitos de producción agropecuaria, al portar una carga genética con directa utilidad en la lucha contra plagas y enfermedades, deficiencias de nutrientes, sequía y otras variaciones ambientales.

En cuanto la biodiversidad agrícola canaria cabe destacar que en pocos puntos del planeta se ha encontrado una riqueza cultural, en el más amplio sentido de la palabra, en un marco geográfico tan reducido. Este hecho hace de Canarias un crisol de culturas agrarias dispares tanto en el tiempo como en el espacio, pues tanto las variables físicas como las culturales han incidido de manera especial en la misma (costa, medianías, solana, umbría, barlovento, sotavento), con significativos aportes culturales de las principales culturas agrarias del mundo. La gestión y el manejo agrícola del Archipiélago se caracteriza por optimizar constantemente los escasos recursos existentes, así como por la puesta en funcionamiento de una rica gestión, en gran medida potenciada por los aportes culturales que convergen en Canarias: agricultura mediterránea (gavias, nateros, almendros, higueras, legumbres, cebada), cultivos de la Europa Atlántica (manchón, rozas, castaño, vacuno, manzano, etc.), de la América Andina y Antillana (las papas, el millo o maíz, los boniatos o batatas, aguacates, calabazas, etc.) y de los cultivos provenientes de las colonias europeas africanas y asiáticas (café, caña de azúcar, mango, cítricos, bananos, papayos, etc.).

Figura 64. Ejemplo de la biodiversidad agrícola en Canarias. Fuente: www.rinconesdelatlantico.com.

Figura 65. Puntos de partida a considerar en el estudio de la sostenibilidad de los agrosistemas en un Plan. Fuente: Elaboración propia.

ELEMENTOS O CONCEPTOS CLAVE DE LA META 1:

Biodiversidad agrícola, Optimización de recursos hídricos, Edafología, Conocimiento tradicional del espacio agrícola, Cobeneficios, Multifuncionalidad, Infraestructuras agrícolas, Sostenibilidad.

Items de análisis.
Conocer la situación actual

  • Suelos con valor agrario.
  • Clases Agrológicas.
  • Condiciones climáticas.
  • Evapotranspiración potencial.
  • Evapotranspiración real.
  • Recursos hídricos naturales e infraestructuras hidráulicas.
  • Calidad del agua.
  • Infraestructuras agrícolas.
  • Biodiversidad agrícola.
  • Grado de abandono agrícola.

Para poder identificar las vulnerabilidades de la actividad agrícola, es necesario determinar cuáles son los recursos disponibles, tanto naturales (suelo, agua, clima…), culturales (técnicas de cultivos, gestión de la tierra…), así como las infraestructuras que ayudan a mantener la actividad (galerías, pozos, desaladoras…). Estos elementos nos ayudarán a elaborar el diagnostico, permitiendo entender los desajustes.

Diagnóstico
Necesidades de actuación

  • Diversidad del paisaje rural.
  • Estado de conservación y eficiencia de las infraestructuras.
  • Vulnerabilidades de la actividad agrícola considerando los efectos del cambio climático y la presión de otras actividades y/o usos.
  • Determinación de agrosistemas vulnerables.
  • Potencialidad de agrosistemas sostenibles en la lucha contra el cambio climático.
  • Grado de contribución a los servicios ecosistémicos.

A la hora de identificar las necesidades de un territorio con respecto a la actividad agrícola, es trascendental comprender el paisaje y la dinámica que actualmente manifiesta ese resultado. Para ello, se destaca la relevancia de las salidas de campo y entender cuáles son las cuestiones que inciden negativamente en el espacio agrícola del Plan, para que desde la ordenación del territorio se faciliten los mecanismos necesarios para no solo resolver los problemas actuales sino a su vez, promover de manera proactiva, una transición ecológica justa y resiliente. Por esta razón será imprescindible integrar la visión de las personas que cotidianamente trabajan las tierras del territorio que se vaya a ordenar.

Indicadores
evaluación-ordenación-seguimiento

Tabla 19. Resumen de los indicadores cualitativos y cuantitativos del eje de integración TPB3.1 Agrosistemas sostenibles. Fuente: Elaboración propia.

INDICADORES CRITERIOS DE ORDENACIÓN EVALUACIÓN
DIAGNÓSTICO
MODELO SEGUIMIENTO TIPO DE INDICADOR
UMBRAL MÍNIMO UMBRAL DE SOSTENIBILIDAD
TPB-IND.19 Grado de aprovecha-miento agrícola del territorio. 100% corresponde a un territorio totalmente aprovechado para producción agrícola.
Primario
TPB-IND.20 Grado de producciones agrarias resilientes. 100% corresponde a un territorio totalmente aprovechado para producción resiliente agroecológica.
Primario
TPB-IND.21 Grado de producción en agrosistemas tradicionales. 100% corresponde a un territorio totalmente aprovechado para producción totalmente tradicional equiparable a una producción agroecológica.
Primario
TPB-IND.22 Estado de uso de los agrosistemas tradicionales. 100% corresponde a un territorio totalmente aprovechado para producción totalmente tradicional equiparable a una producción agroecológica.
Primario
TPB-IND.23 (A) Grado de producción agraria local. 100% corresponde a un territorio totalmente aprovechado para la soberanía alimentaria.
Secundario
(A). El indicador se encuentra reflejado en la línea de análisis TPB.3.2 Soberanía alimentaria (como tipo de indicador primario).

*Los indicadores se encuentran desarrollados de manera pormenorizada en el “Anexo I: Indicadores”.

Medidas y recomendaciones
para la ordenación y ejecución

La actividad agrícola en Canarias es muy diversa y con una marcada personalidad, debido no solo por las condiciones naturales, sino también a la rica cultura agraria. Por este motivo y de cara hacia una transición ecológica justa y resiliente al cambio climático que favorezca a este sector, será fundamental considerar la visión de las personas que día a día trabajan en los campos y de las y los agentes con implicación para tender hacia soluciones pensadas de manera transversal, sostenible y garantizar la calidad de vida de la población rural. Partiendo de este marco, se proponen las siguientes recomendaciones:

  • (A). Garantizar y permitir un acceso sostenible, óptimo y de calidad del recurso hídrico en zonas rurales tanto para el abastecimiento poblacional rural como agropecuario.
  • (A). Incrementar la producción agrícola a nivel regional sin incurrir en la degradación ambiental.
  • (M/A). Potenciar la economía de proximidad y consumo local (agricultura, transformación y elaboración, tanto de productos locales como destríos de productos de exportación).
  • (A). Reducir la incidencia de exceso de fertilizantes en el suelo evitando lixiviados o lavados, en el entorno de cultivos, o en redes de drenaje anexas o interiores a explotaciones agropecuarias, o en márgenes de ciudades y/o núcleos urbanos.
  • (A). Reducir las pérdidas de suelo y del horizonte orgánico (O) superficial, por los procesos erosivos, previendo que estas pérdidas serán más acusadas a consecuencia del cambio climático.
  • (A). Empleo de acolchados o mulching para evitar los suelos desnudos o desprovistos de vegetación (fomentar las técnicas de cultivos en jable y enarenados) y para disminuir la evapotranspiración.
  • (A). Conocer aquellas zonas inundables y/o cuencas endorreicas, para mitigar sus efectos negativos y aprovecharlas como fuente de recurso hídrico, e incorporar la vegetación pertinente.

(M=Mitigacion/A= Adaptación)

Criterios
para la ordenación

  • (A). Crear mecanismos que contrarresten e incluso reviertan la sobreexplotación de los recursos naturales derivadas de la actividad agrícola, diseñando a través de las soluciones basadas en la naturaleza, sinergias positivas con los servicios ecosistémicos.
  • (M/A). Implementar la visión de cobeneficios con la actividad agrícola.
  • (M/A). Poner en valor la sabiduría tradicional rural sobre la gestión de los recursos naturales y de la actividad agroganadera.

(M=Mitigacion/A= Adaptación)