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- GDHE.4 EJE 4: Justicia climática
La Justicia Climática, supone la transición hacia unas formas de vivir, de producir, de relacionarnos con el entorno que a su vez implica una transformación de tal calado al que se debe incorporar todos los ámbitos de la vida de las personas, el social, el económico, el cultural, el político… y para ello el tránsito ha de ser justo, inclusivo y solidario, de otra forma no es posible.
Los cambios que se perfilan en esta parte de la Guía, en tanto que inevitables, requieren que las sociedades, en la medida de lo posible, consigan enfocar la mirada y las acciones en prosperar de una forma equitativa, inclusiva y solidaria con los desiguales puntos de partida de cada una de las comunidades, los sectores y la protección del medioambiente.
La premisa sobre la que se ha de vertebrar la transición hacia formas de actuar más justas y respetuosas con las personas y con el medioambiente exige, al menos, dos pautas, la celeridad y la equidad social, económica, política, y por ende, medioambiental.
Actuar sobre distintos aspectos de la vida de las personas, situaciones de fragilidad derivadas de la edad, el sexo, la economía, la relación laboral, entre otros aspectos, será imprescindible para resituar las desigualdades de partida y, hacer posible que los costes de esta transición no enquisten las condiciones de vida más vulnerables de las personas, las comunidades, los países. Entendemos, que cómo se apunta más adelante, la atención a la diversidad desde distintos ámbitos, económico, educativo, investigación, desarrollo, implementación de nuevas tecnologías, hará más fácil el tránsito. Esta es la esencia que impulsa la redacción de este Eje de Integración.
El área temática correspondiente a la Justicia Climática en su acepción más amplia se articula en torno a tres líneas análisis tal y como se muestra en la siguiente figura.

Figura 42. Área temática y Líneas de análisis de Justicia Climática. Elaboración propia
Las tres líneas de análisis, Transición Justa en el Ámbito de la Transición Climática, Vulnerabilidad Social y Oportunidades del Nuevo Modelo Climático, se conectan y nutren unas de otras. Entendemos que el tránsito justo de la sociedad canaria en un contexto de crisis climática no puede por menos que incorporar e incluir todas las dimensiones de vulnerabilidad, de fragilidad que repercuten tanto en las condiciones de vida de las personas como en cómo afrontar, desde una nueva óptica las oportunidades que este marco imponen, transforman el espacio y a las personas que por él transitan.
Líneas
GDHE.4.1 Línea 1: Transición Justa.
La esencia de la Transición Justa es hacer partícipe a toda la comunidad de los beneficios del tránsito hacia un planeta más justo y respetuoso con el medio ambiente y con las personas que en él habitan, y de la misma manera repartir equitativamente los costes que puedan derivar de esta transformación. Esto es, cuando hablamos de transición justa nos referimos al coste que vendrá implícito en el modo y manera en que cada uno de los países y territorios, su población y su economía, deberán enfrentar los impactos del cambio climático. Las transformaciones derivadas de la crisis climática inevitablemente traerán aparejadas determinados insumos a modo de costos pero igualmente en forma de ganancias de una manera desigual por países y sectores tanto económicos como personales.
GDHE.4.2 Línea 1: Vulnerabilidad Social.
De equilibrar costes y beneficios se hace imprescindible detectar los mayores focos de vulnerabilidad para en base a ellos intentar minimizar en estos ámbitos los costes más gravosos de esta transición. Estos ámbitos son de un carácter tan diverso, personas, ámbito laboral, cultural, valores… que han provocado el nivel desorbitado de consumo de recursos y de deterioro del planeta, de ahí que su transformación es vital e ineludible el cambio hacia una justicia climática global, inclusiva y justa con las personas y el planeta.
GDHE.4.3 Línea 1: Oportunidades del nuevo modelo climático.
La labor de investigación en este caso debe hacer visible las oportunidades que impulsen, avalen y faciliten el tránsito hacia un nuevo modelo climático. En este sentido se marcan, a priori, cuatro grandes oportunidades en este sentido: el cambio que debe incorporarse a cómo almacenamos y consumimos energía, la forma en que nos movemos y trasportamos mercancías, la manera en que producimos bienes y servicios y, por último, el modelo de consumo de bienes y servicios.



























